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MANIFIESTO EL INDIO DE CAYAMBE Y SU “REVOLUCION” En días pasados, en forma verdaderamente sorprendente y con los más abultados datos, se lanzó en Quito la tendenciosa noticia de un levantamiento de siete mil indios armados en la cercana población de Cayambe, que habían logrado desarmar a la guarnición y apresar a las autoridades locales. La alarma propalada por el Telégrafo y exhibida a grandes caracteres por la prensa capitalina, causó verdadero revuelo en la ciudadanía. La “revolución bolchevique indígena” obligó al Gobierno y al Alto Comando a movilizar inmediatamente el Ejército, la aviación y las fuerzas blindadas para sofocar el inaudito levantamiento indígena en un “ejemplar y heroica” batalla campal, como la que nos relata Icaza en su “Huasipungo,” que redujera a los revoltosos a la paz y al silencio, necesarios a la adiposa vida de los “benditos” hacendados. Estos los antecedentes. Pero la realidad es muy diferente de las frustradas intenciones que iluminó las dormidas mentes chacareras de los gamonales cayambeños (alguna vez ellos también tienen derecho a ser inteligentes, especialmente en estos casos), convertidos en geniales creadores de inventivas y fantásticos cuentos rojos. Mas, —oh fatalidad—los gamonales exploradores insaciables de indios y de temerarias calumnias contra ellos, que vienen vertiendo este mismo veneno por ya repetidas ocasiones, se encontraron descubiertos, como torpe escamoteador de feria, en su sucio juego y criminal patraña. Pues, el Dr. José María Velasco Ibarra, tuvo el acierto de trasladarse personalmente para comprobar la verdad del hecho y, claro está, que no encontró los siete mil indios levantados en armas sino, únicamente, dos hombre borrachos que eran arrastrados a la cárcel a purgar su culpa de escándalo, después de lo cual regresó amargado por la burda cruel calumnia que los gamonales, en complicidad con las autoridades provocaron para saciar su odio, al indio y su sed de venganza. Porque al indio le odian por reclamar sus derechos. Los derechos que los reclama desde su plano de hombre trabajador y sostén de la agricultura del país y que, además, tiene derecho a formularlos ante sus autoridades para atender a la justicia de los hombres. Sed de venganza le tienen al indio los feudales ecuatorianos, feudales sin tradición y sin gloria, porque les venció rotundamente en el terreno de la lucha cívica, cuando decididos y valerosos se pusieron de pié para luchar contra la ignominiosa tiranía de Arroyo del Río, el presidente carabinero y líder de la traición. Estas actitudes patrióticas y altivas de los indios, son calificadas por los gamonales de “criminales” y “bolcheviques,” dando ocasión, en sus telarañas mentales, a esta clase de invectivas que causan alarma en la ciudadanía y pasea el fantasma revolucionario por todas las latitudes tranquilas y desarmadas de los campos ecuatorianos. Pero el indio ecuatoriano no pretende transformar el orden establecido por la violencia revolucionaria, ni por la negativa actitud del abandono del trabajo agrícola, El indio no es enemigo del trabajador blanco de las ciudades y poblaciones, al cual la perversa intención de los anti-patrióticos terratenientes pretende hacer creer que la organización sindical y de clase, constituye un inminente peligro a su seguridad y tranquilidad, fomentando así la odiosidad y la violencia. El trabajador mestizo y el trabajador indio, son hermanos e iguales en el sufrimiento de la explotación y en la terrible miseria común que, en ciudades y campos, nos hace sufrir el patrono anti-progresista y anti-cristiano. Mas, el indio, al igual de las clases obreras de las otras ramas de la producción, lo único que desea y pide es trato humano, mejores condiciones de vida, educación y pago legítimo de su trabajo para poder vivir como hombre y como ciudadano, superando su actual atraso y su monstruosa vida de paria. Reclamar estos derechos no significa bolchevismo, ni asalto a la propiedad privada. Significa que se nos entienda bien, que el trabajo gratuito, el derecho de per nada y los diezmos y primicias ya no pueden coexistir con esta etapa del mundo, en que millones de hombres mueren en los campos de batalla defendiendo la libertad. La aspiración de mejorar la vida a iluminado nuestro espíritu, por siglos aplastado en la esclavitud del surco y en la más inhumana de las explotaciones, y jamás volveremos a retroceder al silencio y al humilde sometimiento de animal golpeado que debe besar la mano del amo cuando le castiga inmisericorde. Nuestro espíritu no ha muerto y nuestra raza es la mayoría productora del país. Somos hombres y queremos condiciones de vida para hombres. El camino de la organización pacífica y legal por la cual hemos comenzado a caminar, es nuestra defensa y la ruta clara que nos conduce a convertirnos en poderosos factores del engrandecimiento del país. No lo abandonaremos, aun contra todas las calumnias del gamonalismo y contra todas sus injustas persecuciones. A ORGANIZARSE indios del Ecuador. Las leyes nos autorizan y tienen la obligación de protegernos. Cayambe, Febrero de 1945. Comité Ejecutivo de la Federación Indígena Fuente: Comité Ejecutivo de la Federación Indígena, "Manifiesto que el Comité Ejecutivo de la Federación Indígena dirige al pueblo ecuatoriano" (Cayambe, February 1945), Private Collection of Galo Ramón, Quito, Ecuador. | e-archivo ecuatoriano | Marc Becker's Home Page | marc@yachana.org | |