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El movimiento revolucionario latino americano 

Undecima sesión, realizada el 5 de junio

Preside Ramírez (Uruguay).

Suárez (México). - Compañeros: Muchos de los conceptos que he vertido en mis intervenciones anteriores, no representan la opinión del Partido, sino un criterio personal, porque en la actualidad, nuestro Partido está discutiendo todavía las cuestiones en la forma que yo las he planteado a esta Conferencia.

Todos sabemos que las conclusiones a que podemos llegar, después de analizada la situación de los países de América latina, y balanceando las probabilidades de la revolución, pueden reducirse a las siguientes: que la revolución está a la orden del día en muchos países de América latina, y que si nosotros no hacemos esa revolución, en algunos países donde existen partidos opositores de la burguesía, ese fermento revolucionario que se nota claramente en las masas, será aprovechado por esos partidos. Esta conclusión la extraigo, antes de pasar a informar sobre la situación actual de México.

Es necesario que nosotros tomemos la dirección de todo movimiento revolucionario que se produzca en América latina. No es posible esperar a que dispongamos de partidos comunistas fuertes en todo sentido, para hacer la revolución, porque sería condenarse al mayor fracaso, anticipadamente. Noto una contradicción cuando se nos dice que toda huelga que estalle, debe ser aprovechada por nuestro Partido, para desencadenar la insurrección armada del proletariado y los campesinos; pero, por otro lado, se nos manifiesta que no debemos apurarnos por el golpe contra el Estado burgués.

Todos ustedes saben que la revolución mexicana estallo en 1910, pero antes existían todas las condiciones objetivas y subjetivas, que encontramos ahora en muchos países de América latina. Hubo levantamientos armados, espontáneos, antes de esa fecha; lucha contra los latifundistas, insurrecciones de las comunidades indígenas; exactamente la misma situación que se les presenta a los compañeros de Colombia, Venezuela, Perú, Ecuador, Bolivia, etc. Pero hay que conocer la forma en que se produjo la revolución de 1910. Se la puede concretar en dos palabras: eran golpes de individuos audaces, salidos de los campesinos o de los obreros, como los Zapata y los de Villa. Este último, por ejemplo, caudillo revolucionario americano por antonomasia, tuvo el control del país respaldado en la gran influencia que tenía sobre las masas, pero carecía de ideal proletario, no disponía de dirección para levar a cabo, a fondo, el movimiento que dirigió. Villa luchó contra el ejército de Porfirio Díaz, no solo con las armas al brazo, sino también con la desmoralización de los soldados adictos al gobierno, pues pregonaba, por ejemplo, que en caso de triunfar, aboliría la "leva", es decir, la incorporación por la fuerza de los campesinos al ejercito del Estado; aumento de los haberes miserables que percibían en el ejército de Porfirio Díaz y otras reivindicaciones que prendieron entre los campesinos y obreros.

Además de esa lucha contra el ejército, en la forma que lo dejo dicho, se establecían una serie de reivindicaciones que interesaban a las masas: devolución de los ejidos; los pueblos que no los han tenidos, con el triunfo de la revolución, los conseguirán; lucha contra el latifundio; lucha contra los impuestos; expropiación y disolución del clero, etc. etc., es decir, toda una cadena de reivindicaciones inmediatas, de consignas, que movilizaron a las masas. Como comprenderán los compañeros, ya que conocen más o menos la situación de México en la hora actual, esas reivindicaciones pueden servirnos hoy mismo para nuestro movimiento.

Las condiciones objetivas de México son completamente diferentes a las condiciones prerrevolucionarias de Rusia, y por eso, la táctica para nuestro partido debe ser distinta. Hay que tener audacia y lanzar rápidamente nuestras consignas, porque, compañeros, no podemos esperar más tiempo para llevar a cabo la revolución proletaria en nuestro país. Esperar a organizar nuestras fuerzas más todavía de lo que tenemos, es condenarnos al más rotundo fracaso, es perder influencia entre las masas, es decirle al gobierno que nos asesine a todos, que nos fusile...

Hay que decirle claramente: diez años de revolución y de apoyo al gobierno pequeño-burgués no han traído beneficio alguno a las masas trabajadoras, y hoy no tenemos otra salida que la lucha abierta.

Es necesario que nosotros nos pongamos al frente de todos los movimientos que estallen diariamente. En el momento que expliquemos nuestras consignas, tendremos de nuestra parte a las masas obreros y campesinas armadas, pero esta cuestión debe ser rápida. Podemos estudiar la forma de que estas revoluciones estallen contemporáneamente en varios países de condiciones objetivas iguales a la nuestra, para de esta forma dividir en varios sectores la ofensiva armada del imperialismo.

Si no hacemos todo eso, compañeros, permitiremos cobardemente que cada día nos fusilen, nos asesinen a nuestros militantes. Los momentos actuales son de reacción, son de insurrección de las masas y debemos aprovechar esas condiciones.

Para seguir con el ejemplo de la revolución de 1910, diré, también, que en esa época se presentaban los indicios claros de la lucha entre los imperialismos inglés y yanqui, es decir, condiciones semejantes a las que hoy vemos en Colombia, Venezuela, Bolivia, Perú, Brasil... En esa época, el imperialismo inglés era preponderante y el yanqui comenzaba su infiltración. Por eso, compañeros, yo creo que el ejemplo de México debe aprovecharse en toda su importancia, para trazar rumbos a nuestra táctica inmediata.

Pero supongamos que nuestro movimiento no triunfa en toda la línea; que desde el primer momento se vea que fracasa; tenemos, compañeros, la perspectiva de crear un Sandino en cada región. Quien conozca las sierras de México, estará de acuerdo con nosotros cuando decimos, que sería imposible arrancar a los compañeros de esas regiones.

Además, es exacto que las condiciones de México son diferentes a cada uno de los países de América latina, porque hay que tener presente que las revoluciones en que han intervenido las masas obreras y campesinas, han servido para educación política de esas masas y, desde otro punto de vista, las organizaciones obreras de nuestro país, son robustas.

En resumen, camaradas, frente al fracaso de Calles y Portes Gil, no queda más remedio para nuestro Partido que tomar las armas, que organizar ya el levantamiento armado, impidiendo que a nuestros militantes se los asesine impunemente. Inmediatamente, es necesario organizar al mismo tiempo el sabotaje al imperialismo que seguramente penetrara al país para sofocar la revolución. En el caso que los yanquis dominen en el primer momento el levantamiento organizado por nuestro Partido, se puede destruir sus empresas, dar fuego a las petroleras, etc. y luego, nos refugiaremos en las sierras de donde no nos sacaran jamás. A este respecto, tenemos el ejemplo de los 10.000 "cristeros" que se han mantenido en la lucha indefinidamente contra el gobierno. El caso Sandino, aunque no tuvo ideología proletaria, es otro ejemplo; en otro aspecto, es el caso chino en que la revolución no triunfo porque faltaron a su frente elementos audaces.

Ese tiempo que debemos esperar, según el criterio que se nos aconseja en estos momentos, será de verdadero suicidio, y además, los acontecimientos mismos que se suceden en forma enormemente acelerada, nos impedirán también, permanecer con los brazos cruzados ante el ataque del enemigo, si no queremos perder la influencia que tenemos sobre las masas.

Quiero plantear a los compañeros, otro asunto que tiene gran importancia: se refiere a las actividades de los desterrados donde reinan las dictaduras. Creemos que muchos compañeros abandonan sus respectivos países a la primera amenaza de los dictadores, y esto es sumamente cómodo para los gobiernos fascistas. Creo, compañeros, que debemos establecer claramente que los militantes en estas condiciones, deben desafiar a las dictaduras y quedarse en esos países hasta que los expulsen directamente, de hecho, prácticamente, pero el tiempo que medie entre la amenaza y el destierro, debe ser aprovechado para algún trabajo ilegal que nos pueda reportar beneficio. Igualmente, noto que los compañeros que abandonan sus países en estas condiciones o por destierro efectivo, deben refugiarse, no en naciones distantes, sino en las fronteras del propio territorio, para intervenir con eficacia cuando la sublevación de las masas haga necesaria la dirección comunista de cualquier levantamiento. En dos palabras: es necesario que nuestros militantes tengan toda la audacia necesaria para desafiar a las dictaduras, que eso nos traerá grandes beneficios para nuestro Partido.

Es necesario decir, todavía, algunas palabras sobre el atentado individual. Pongamos un caso concreto para que mejor se vea lo que quiero significar: supongamos que las masas obreras de Cuba se levantan contra Machado. En ese momento, es necesaria la ejecución del tirano. Nuestra posición actual es ridícula: nos matan nuestros militantes y nosotros nos contentamos con realizar un mitin de protesta.

Voy a repetir un concepto que quiero quede grabado en la mente de los compañeros: las condiciones objetivas y subjetivas de América latina, son francamente revolucionarias; si nosotros no formamos la dirección del levantamiento, esa insurrección la harán los partidos burgueses y atrasaremos considerablemente nuestras perspectivas de triunfo. Cometeremos un serio error, compañeros, si no tomamos las armas inmediatamente. No hay nada que esperar, sino que es necesario hacer frente de una vez a nuestros enemigos para batirlos con seguridad. Por eso pido a los compañeros que, al trazar la táctica que debemos seguir y al enunciar las tareas inmediatas que es necesario cumplir, se concrete más alrededor de este punto.

Rosaenz (México). ‑ Ampliando el informe del compañero Suárez, el cual lo acepto, diré que efectivamente es necesario tomar posición referente a la situación especial de nuestro país. Es cierto que las masas han obtenido ventajas con la revolución mexicana, pero en los momentos actuales, esas ventajas se han venido al suelo estrepitosamente.

Tenemos ahora que la burguesía nacional, el imperialismo y la CROM se han unido férreamente para batir a nuestro Partido. Ese fenómeno se ve claramente entre las actividades de las masas campesinas, a las cuales conozco porque en ellas actúo y pertenezco a ellas.

Para que los compañeros puedan apreciar los resultados de ese frente único contrarrevolucionario, diré que la CROM tiene un grupo de acción; la burguesía nacional, su guardia blanca y los imperialistas sus esbirros organizados y en solo dos años se nos han asesinado más o menos 200 militantes nuestros. La reacción ya no nos amenaza, compañeros, sino que es una cuestión efectiva. De noche arrasa nuestros ranchos; nos meten presos, imposibilitan todas las actividades de nuestro Partido; para trasladarse a cumplir las consignas de la Liga Campesina o para intervenir en asuntos que requieren la presencia de un compañero de la dirección, ya no se puede transitar libremente por el territorio, sino que es preciso hacerse escoltar por un grupo de compañeros, para que no se nos asesine a la vuelta de cualquier camino. Al menor descuido, compañeros, perdemos la vida, asesinados por los huestes del gobierno o de los imperialistas. Se quiere con este método de franco terror, impedir el seguro levantamiento de las masas campesinas, y nosotros debemos abandonar completamente el sistema de la propaganda de palabras y tomar las armas decididamente, para ahogar los designios de los imperialistas y del gobierno. Eso debemos hacer si no queremos morir estúpidamente en la primera embosugada, sin dar por nuestra causa todo lo que podemos dar con el arma al brazo. Es necesario, pues, que se tomen resoluciones contemplando esta situación, y se nos diga claramente que debemos hacer, porque yo creo que en los momentos actuales, no valen ya palabras, ni discursos, ni nada por el estilo, sino decirles a las masas, con valentía: hay que tomar las armas.

Nuestra organización campesina se mantiene a fuerza de sacrificios de nuestros camaradas, es decir, arriesgando la vida en cada instante, y con manifiestos y discursos, compañeros, estoy convencido que no se hace más que desprestigiarse ante las masas obreras y campesinas.

Sobre los compañeros desterrados, debo manifestar que los compañeros que vienen en estas condiciones de otros países, no se llegan al campo, donde es preciso el trabajo de todos los compañeros, sino que se quedan en las ciudades donde en realidad de verdad, no los necesitan como en los campos. Además, el trabajo en las ciudades, es más cómodo y quizás sea esta la razón de este fenómeno que apunto de pasada.

El pensamiento actual de las masas campesinas, nos aconseja imperiosamente que las dirijamos para que se levanten revolucionariamente; nos preguntan para cuando hacemos la revolución y nosotros no sabemos contestar a este pedido que dice bien claro el grado de sacrificio de las masas, que si hasta la fecha están bajo nuestra influencia, fácilmente la perderemos si no sabemos darles la consigna de la insurrección. Es necesario que los compañeros tengan en cuenta esta situación, para que nuestra táctica sea ajustada a la realidad y no volvamos a nuestros países, como hemos venido.

Hemos llegado ya, compañeros, al límite de nuestra espera; demorar todavía más la insurrección es condenarnos al fracaso más rotundo, y si no procedemos en la forma como aconsejamos los compañeros de México en esta Conferencia, perderemos todo lo que hemos conquistado de influencia real entre las masas de nuestro país.

Espero, pues, resolución bien concreta, como decía el compañero Suárez.

JUÁREZ (Cuba).- Camaradas: La delegación cubana no tenía la intención de intervenir en este debate nuevamente, pues ya habíamos dado nuestra información relativa al Partido Comunista de Cuba, en cuanto se relaciona con el informe del camarada Luis; pero tenemos que precisar la posición de nuestro Partido, porque el camarada Suárez ha estado equivocado al referirse a él. El camarada Suárez al referirse a los compañeros cubanos que se hallan refugiados en México, ha afirmado que es necesario exigirles el inmediato retorno a Cuba. Nosotros queremos afirmar que deseamos entrar a trabajar a Cuba, en la primera oportunidad. Suárez no ignora que para el compañero Mella constituía una obsesión el retorno a Cuba y que el Partido de México hubo de prohibirle que tal hiciera. Pero hay que tener en cuenta que mientras no entramos a Cuba realizamos un trabajo positivo en México. El compañero Suárez sabe que los desterrados cubanos no han descuidado ni por un momento, la acción comunista. Nos vemos obligados a borrar determinadas impresiones que habrán podido germinar en algunos camaradas de esta Conferencia, porque no es posible que se lance acusaciones contra compañeros responsables de nuestro Partido. El camarada Rosaenz ha dicho que los emigrados en México han editado un periódico con regularidad, han mantenido relaciones con el Partido y han trabajado en el terreno sindical mexicano. Hay que declarar que el Partido mexicano no ha ayudado al Partido cubano. En esa misma situación, se encuentra el Partido Comunista de Estados Unidos. No queríamos, compañeros, hacer estas declaraciones, pero se nos fuerza a ello. Cuanto a la labor en México no hemos eludido nunca el trabajo en el Partido; se demuestra esto, informando a los camaradas, que los cargos de la local de México, estaban en manos de compañeros desterrados cubanos, tanto que en una asamblea, recuerdo que los compañeros mexicanos afirmaban que no era conveniente que los compañeros extranjeros que no conocen la situación dirigieran los asuntos mexicanos.

Suárez ha dicho, también, que no hemos ido a la sierra, que no hemos tirado balas. Ello se debe a que algunos compañeros han manifestado muchas veces que el indio siente una instintiva desconfianza hacia todo el elemento que no es del país, y que nuestra presencia entre ellos podría molestar el trabajo de penetración que realizaba el Partido. Sin embargo, es necesario que se declare, ya que se han lanzado acusaciones veladas, que cuando estalló la revuelta armada en México, ningún emigrado cubano se escondió, y por el contrario, se mostraron dispuestos a lanzarse a la lucha en cualquier momento. (Muy bien).

SUÁREZ (México) He pedido la palabra para una aclaración. Lamento que el compañero Juárez haya tomado este asunto en forma sentimental. Manifiesto que no he querido molestar en lo más mínimo a los compañeros cubanos. He expresado tan sólo un concepto general, según el cual se debe deducir que los expatriados deben hacer todos los esfuerzos posibles por retornar a su país, para trabajar por la revolución. Nada más, camaradas.

Codovilla (S.S.A. de la I.C.). ‑ Compañeros: Mi intervención ha de limitarse a algunas de las cuestiones planteadas por los compañeros que han intervenido en la discusión, ya que en lo que respecta al informe del compañero Luis declaro mi completo acuerdo.

En ese informe se han puesto de relieve las características del movimiento revolucionario latinoamericano, y la táctica a seguir por nuestros partidos, con una claridad tal que dará la posibilidad a los mismos de poder estudiar más profundamente nuestros problemas y ajustar su táctica a las particularidades de cada país.

Empezaré, entonces, por una de las importantes cuestiones planteadas durante la discusión, que es la constitución de

El partido legal como organización de masas

en los países en que el movimiento comunista se desarrolla en la ilegalidad.

Todos hemos coincidido sobre el hecho fundamental, que es el de obtener para el proletariado la hegemonía en el movimiento revolucionario antiimperialista, y que sin esa hegemonía no hay posibilidad de desarrollo de la revolución democrático-burguesa. Lo que corresponde, entonces, es encontrar los medios para crear y fortificar ideología y orgánicamente a la vanguardia de lucha del proletariado ‑ el Partido Comunista ‑ ya que esa es la condición necesaria para asegurar dicha hegemonía.

Hay algunos compañeros, en cambio, que entienden que es necesario crear primero un partido legal que pueda concentrar en su seno a todas las fuerzas interesadas en la lucha contra el imperialismo, y luego, mediante un trabajo "inteligente" de los comunistas en su seno, transformarlo en Partido Comunista. De allí, entonces, que se proponga la creación de partidos socialistas, laboristas, obreros y campesinos, etc. Tenemos ya algunas experiencias al respecto. Y las experiencias de los países donde han existido o existen esos partidos "amplios" ‑ Colombia, Ecuador, Panamá, Bolivia, etc. ‑ nos demuestran como el control comunista en el seno de esos partidos se hace de más en más imposible y como esos partidos, en los momentos álgidos de la lucha, se vuelven contra el movimiento revolucionario.

Pero veamos, cuales son las razones que dan los compañeros de los diversos partidos que propician la creación de partidos socialistas o laboristas. La necesidad de crear un partido legal de masas, especialmente en aquellos países en que los comunistas son perseguidos por los gobiernos reaccionarios y es difícil hacer penetrar la ideología comunista, a causa del "bajo" nivel político de las masas.

Crear un Partido Comunista ‑ nos dicen esos camaradas ‑, sería lo mismo que exponernos a los golpes de la reacción; no interesar a las masas respecto de su programa y sacrificar un grupo de abnegados compañeros, sin ningún resultado. En cambio, el partido socialista o laborista podría existir legalmente, tendría por un periodo más o menos largo, posibilidad de hacer propaganda entre las masas, permitiría la agrupación de fuerzas revolucionarias entre las cuales se encontraría luego elementos revolucionarios abnegados, aptos para integrar el Partido Comunista.

En el fondo del pensamiento de nuestros compañeros, hay una preocupación justa: la de organizar y disciplinar a las masas para la acción revolucionaria. Ese propósito merece toda la atención de la Conferencia. Pero, si estamos de acuerdo en organizar a las masas trabajadoras ‑ y luego veremos cuáles son las organizaciones paralelas del Partido en que podemos reunir a esas masas ‑ ¿por qué debe ser en un partido político que forzosamente será un duplicado del Partido Comunista, y, por consiguiente, no escapara a los golpes de la reacción y en ese caso no podría reunir grandes masas; o se trasformará en un partido liberal burgués ‑ y esta es la trayectoria segura ‑ que haría una política oportunista y nos veríamos obligados a combatir y a destruir lo que hemos propiciado ayer, llevando así la confusión a las masas?

Es, en gran parte, lo que ha sucedido en Bolivia con el partido laborista, creado por nuestros compañeros, y que luego ha realizado la política gubernamental.

Pero lo que interesa discutir es el caso concreto planteado por los compañeros de Perú, los cuales, a pesar de la discusión habida, insisten respecto de la formación del partido socialista.

Aquí hago un paréntesis para decir que nuestro compañero Zamora, a pesar de su declaración de que viene a la Conferencia para que se le instruya sobre la mejor forma de aplicar la táctica marxista-leninista en el movimiento revolucionario de Perú, aun escuchando nuestras indicaciones, termina siempre por sostener su punto de vista e insiste en llevar a cabo el "ensayo" de constitución del partido socialista. Dicho compañero ha insistido sobre la necesidad de que se haga una crítica serena de su punto de vista; es lo que nosotros hemos hecho hasta ahora; pero, es claro, sin hacerle ninguna concesión política a él ni a ningún compañero del Perú que creemos están equivocados. Ya en su discurso el compañero Zamora ha traído a colación la discusión habida en el Secretariado Sudamericano sobre este problema, y ha citado mis opiniones ‑ que no son solamente mías, sino de todos los compañeros que formamos el Secretariado ‑, es decir: la opinión contraria a la formación del partido socialista. En descargo de las críticas hechas a los compañeros del Perú, debo decir que han sido los que han contribuido más intensamente al estudio de los problemas a tratarse en la Conferencia, y por eso estoy seguro que no permanecerán "impermeables" a nuestras observaciones e irán cambiando un poco su opinión respecto de la función del partido socialista y, sobre todo, de su composición social.

En un principio, los compañeros sostenían que el partido socialista no sería bolchevique, que tendría programa máximo y mínimo, y que sería un partido amplio, justamente para impedir que los reformistas tomaran la iniciativa de su creación y pudieran hacer de él un partido de oposición burguesa.

Ese partido socialista debía ser constituido por varias capas sociales: proletariado, artesanado, campesinado, pequeña burguesía e intelectuales.

Actualmente, parece que los compañeros están dispuestos a hacer algunas concesiones a nuestro punto de vista, están dispuestos a eliminar la pequeña burguesía, pero, a pesar de eso, la composición del partido no cambia y el error político persiste. Para "justificar" la creación de ese partido, los compañeros llaman a reflexión el Secretariado sobre las condiciones ambientes y diríamos ‑ para utilizar una expresión ya clásica ‑, sobre la "realidad peruana". Indiscutiblemente, toda táctica debe ser adaptada a las condiciones particulares de cada país, ¿pero es que las condiciones del Perú se diferencian fundamentalmente de las del resto de los países de América latina? ¡Absolutamente, no! Se trata de un país semicolonial, como los otros. Y si la Internacional Comunista establece que en todos los países deben crearse Partidos Comunistas, ¿por qué el Perú puede constituir una excepción? Se dice que "la economía peruana está poco desarrollada", y que, por consiguiente, la conciencia de clase del proletariado es limitada. Pero, ¿no es esa, acaso, la característica de todos los países semicoloniales?

Los compañeros peruanos nos han citado a Lenin para decirnos que hay que tener en cuenta las condiciones ambientales; pero los compañeros olvidan que Lenin, ya en la tesis sobre la cuestión colonial aprobadas en el 2° Congreso de la Internacional Comunista establecía el principio de que la no constitución de Partidos comunistas en las colonias, bajo pretexto de su atraso económico, debe considerarse como un concepto reaccionario. "Los elementos más revolucionarios ‑ decía Lenin ‑ deben ser agrupados en Partidos Comunistas, e instruidos de sus tareas particulares, es decir: de su misión de combatir al movimiento burgués y democrático"[1]. Lenin establecía ‑ como lo establece la Internacional Comunista ‑ que la sola garantía para el triunfo de la revolución democrático-burguesa y su transformación en revolución socialista, la constituye la existencia de fuertes Partidos Comunistas. Eso no excluye que el Partido Comunista pueda hacer alianzas momentáneas con núcleos de la pequeña burguesía, con vistas a la revolución antiimperialista; pero a condición de mantener su fisonomía política propia y de esforzarse por obtener la dirección del movimiento revolucionario.

Los compañeros del Perú se han "molestado" un poco porque hemos afirmado que "el socialismo es conocido por su política de traición a los intereses proletarios" y afirmaron que no es lógico ni justo que se condene de antemano a "su" partido socialista, diciendo que este, forzosamente degenerará como los otros. Indiscutiblemente, aquí estamos frente a una contradicción entre la voluntad revolucionaria de los compañeros y las posibilidades de realización, y eso es lo que ellos no llegan a comprender. Es claro que los compañeros no quieren que el partido socialista degenere como han degenerado todos los partidos socialistas. Ellos quieren impregnarlo de la ideología marxista; pero querer no es poder.

Lo que ya se dijo en el Secretariado Sudamericano es preciso repetirlo en la Conferencia; y es que, justamente en países donde reina la dictadura y no existe ningún partido burgués ‑ a excepción de los oficialmente reconocidos por el gobierno ‑ cualquier partido de oposición que aprovechara coyunturas especiales para surgir legalmente a la superficie política, concentrará en su seno, de inmediato, además de las fuerzas sinceramente revolucionarias, a todos los elementos descontentos del régimen dictatorial, los cuales tratarían por todos los medios de imprimir a ese partido su orientación liberal-burguesa, y no la orientación revolucionaria.

Los elementos revolucionarios ‑ los que según los compañeros peruanos deberían dirigir ilegalmente el partido ‑ al poco tiempo de actuar serian individualizados, perseguidos y puestos en la imposibilidad de hacer cualquier trabajo legal; mientras que los elementos liberales burgueses y los intelectuales tomarían la dirección de ese partido, lo transformarían en un organismo de "oposición legal" al gobierno, y utilizarían la influencia adquirida entre las masas por el partido para desviarlas del camino de la revolución. En ese caso, la voluntad de nuestros compañeros de mantener un carácter clasista al partido, se estrellaría contra la realidad de los hechos. El resultado sería que todo el esfuerzo realizado para la creación del partido legal quedaría anulado, las masas se desorientarían, y sin el partido ilegal capaz de hacer frente a los golpes de la reacción, el movimiento comunista necesitaría un largo periodo de tiempo para poder reorganizarse.

Eso es, justamente, lo que queremos evitar al movimiento comunista del Perú, y por eso nos oponemos a la constitución del partido socialista.

Otro argumento dado por el compañero Zamora es el de que es necesario organizar cuanto antes el partido socialista porque los acontecimientos en el Perú se precipitan. "El tirano Leguía se hunde ‑ nos dijo dicho camarada ‑; nuestro objeto entonces, es el de polarizar una serie de elementos que pueden actuar entre las masas en los momentos de acción". Ese argumento es todavía más peligroso que los otros.

Justamente, porque estamos a la espera de grandes acontecimientos revolucionarios es más necesaria que nunca la creación de un Partido Comunista. Hemos repetido varias veces que para obtener la realización de las consignas de la revolución democrático-burguesa, se necesita que la vanguardia proletaria adquiera la hegemonía en la lucha, porque si esa lucha es dirigida por un partido en que domina la pequeña burguesía, termina siempre ‑ después de algún gesto demagógico anticapitalista y antiimperialista ‑ por capitular ante las fuerzas de la reacción. México y Ecuador constituyen una buena experiencia al respecto. ¿Por qué, entonces, oponer reparos a la creación inmediata del Partido Comunista?

Hemos dicho que es necesario no acreditar a los partidos socialistas, cuyo nombre en el léxico político revolucionario tiene un significado bien definido: significa la traición a los intereses proletarios y la capitulación ante la burguesía. Y hemos dicho, también, que en el Perú, a pesar de no existir actualmente un partido socialista, el "socialismo" tiene su pequeña tradición en la historia del movimiento revolucionario, adquirida en 1919, durante "el paro de las subsistencias", cuando traicionó en la forma más vergonzosa a los trabajadores en lucha. Ese "socialismo" que quería contemplar "la realidad peruana" traicionaba a las masas trabajadoras en lucha, invitándolas a "no dejarse influenciar por las utopías maximalistas importadas de Europa y que no responden a nuestra realidad"[2].

¿Es que las masas obreras del Perú ‑ particularmente de Lima ‑ no han de recordar esa traición socialista? ¿Sobre todo si el partido socialista se presenta con programa mínimo y máximo, como socialismo sin ser bolchevismo; en una palabra: con todas las características de un partido socialdemócrata?

Dice el compañero Zamora: "empecemos por organizar el partido socialista que abarque la gran masa y luego, si escapa a nuestro contralor será lamentable, pero nos dejará lo mismo grandes beneficios, puesto que el proletariado habrá dado un gran paso hacia su evolución y educación política". Craso error: la educación política y revolucionaria del proletariado se hará a través de programas claros, y de perspectivas claras de lucha. Al proletariado se le educa diciéndole claramente lo que nos proponemos, demostrándole que toda nuestra acción, por pequeña que sea, tiende siempre a un solo fin: a la revolución. Para eso no se precisan programas máximos ni mínimos; basta el programa comunista que es el de la revolución social. Hay que hacer comprender a las masas que el único partido capaz de dirigirlas a la revolución y al triunfo es el Partido Comunista, que debe estar formado por una sola clase: el proletariado rural y urbano, única fuerza social capaz de realizar la revolución.

De allí, entonces, compañeros, nuestra insistencia ante los camaradas peruanos ‑ y eso lo hacemos justamente porque sabemos que estamos frente a revolucionarios sinceros ‑ para que no cometan el error de constituir ese partido legal, que en lugar de ser un medio para acelerar el desarrollo del movimiento revolucionario servirá de traba al desenvolvimiento del mismo, llevará la confusión a las masas trabajadoras, impidiendo la formación de un verdadero Partido Comunista.

Se nos dirá: si debemos constituir el partido Comunista ilegal y éste debe estar formado por los mejores elementos proletarios ¿cómo podemos extender nuestra influencia entre las masas trabajadoras? El compañero Luis ya ha explicado ampliamente este aspecto de la cuestión. Los Bloques de obreros y campesinos pueden constituir organismos de frente único y de alianza de las diversas capas sociales interesadas en la lucha contra el imperialismo, pero esos mismos Bloques deben estar constituidos por adhesiones colectivas, de manera que sean organismos de frente único y no se transformen en Partidos de varias capas sociales. Las Ligas Campesinas, las Ligas Anti-Imperialistas, el Socorro Rojo Internacional, los Amigos de Rusia, etc., deben ser las diversas agrupaciones de masas, en cuyo seno podrán actuar, conjuntamente con las masas laboriosas, los elementos antiimperialistas que no pueden actuar en el partido del proletariado. Pero para que esas mismas organizaciones de masas tengan una línea política revolucionaria, se presupone la existencia de un Parido Comunista ilegal, que dé la línea política para toda su labor. Sin eso, corremos el riesgo de trabajar en provecho de nuestros enemigos.

Un compañero, no recuerdo cual, dijo: ¿Por qué, entonces, la Internacional Comunista, permite la existencia de partidos socialistas en Colombia, Ecuador, etc. que están adheridos a la misma? Ante todo, hay que decirles que los partidarios de la Internacional Comunista no han creado esos partidos, sino que ellos se han formado independientemente de su voluntad. Frente al hecho consumado, no se podía exigir la transformación inmediata de esas organizaciones que adherían a la Internacional Comunista; sino que realizando previamente un trabajo de educación política en su seno para transformarlos en Partidos Comunistas, eliminando sucesivamente los elementos pequeño-burgueses, o intelectuales hostiles a la ideología proletaria. Nuestra táctica en esos casos no ha sido la de engrosar esos partidos socialistas con elementos heterogéneos, sino la de depurarlos de todos los elementos extraños, esforzándonos por hacer de ellos verdaderos Partidos comunistas. Si alguna observación puede hacerse al respecto es la de no haberse procedido con más energía al llevar a cabo el proceso de depuración y de transformación de esos partidos socialistas en comunistas.

Conclusión: que ‑ como ya han manifestado otros compañeros ‑ temo que nuestros camaradas del Perú, a pesar de todas nuestras razones, querrán hacer "su" experiencia. Pero como se trata de revolucionarios sinceros, la harán manteniéndose en estrecho contacto con los organismos de dirección de la Internacional Comunista, y estamos seguros de que al poco tiempo de iniciar su "ensayo" se darán cuenta de que marchan por una senda equivocada y abandonarán la idea del "gran partido" heterogéneo, para dedicarse con más tesón al desarrollo de las fuerzas comunistas y del partido revolucionario: el Partido Comunista.

Otra cuestión que quería considerar es la que se refiere a nuestra actitud frente a los partidos "socialistas" o laboristas, gubernamentales. La cuestión ha sido planteada por los compañeros de Guatemala, los cuales nos han preguntado qué actitud deben asumir frente al partido "socialista" que un grupo de renegados ‑ excluidos de nuestras filas ‑ han formado en Guatemala con el apoyo del gobierno. Ese partido, nos decían los compañeros, tiene el "toupet" de invitarnos a hacer frente único, o a asistir a actos públicos que realiza el mismo.

Tratándose de partidos gubernamentales no puede haber dos opiniones: nuestra actitud debe ser la de desenmascararlos públicamente ante las masas trabajadoras como instrumentos gubernamentales y si hay masas en su seno, hacer que algunos elementos seguros penetren en esa organización para disgregarla y hacer pasar los elementos obreros a nuestras filas.

Pasamos ahora a la cuestión planteada por el compañero Suárez y que podríamos llamar: la cuestión del caudillismo rojo. El compañero Suárez ha hecho un análisis exacto de la situación objetiva de los países latinoamericanos, y ha llegado a la conclusión a que hemos llegado todos: estamos frente a una situación prerrevolucionaria en una serie de países. Ha dicho, también, y con razón, que le problema más grave que se plantea ante nosotros en estos momentos, es el de la desproporción entre las condiciones objetivas (prerrevolucionarias) y las fuerzas subjetivas de la revolución (Partido y sindicatos).

El compañero Suárez decía que desde el momento en que existían esas condiciones objetivas nosotros debíamos aprovecharlas y superar las deficiencias que provienen de las condiciones subjetivas, mediante "golpes de audacia revolucionaria". Para el objeto nos trajo a colación la experiencia china, para decirnos que lo que hacía falta allá para el triunfo de la revolución, es el problema del partido, no comprende que justamente en gran parte, las causas de la derrota momentánea de la revolución china deben buscarse en la falta de un Partido Comunista con experiencia revolucionaria y con ideología clara. él ve con "aprensión" y con impaciencia que el trabajo para la formación de verdaderos Partidos Comunistas en América latina llevaría "decenas y decenas de años" y alejaría las perspectivas de la revolución. Entiéndase bien: no es que Suárez se oponga a la formación de los Paridos Comunistas; afirmar eso sería inexacto. Lo que anhela es "acelerar" la revolución, y como cree que la formación de partidos aptos para dirigir la revolución requiere mucho tiempo se propone, entonces, reemplazarlos por los "caudillos rojos". Suárez, en este caso, "sufre" un poco la tradición del movimiento revolucionario pequeño-burgués latino-americano, que es una tradición de caudillismo. ¿Por qué no reemplazar el caudillismo burgués por el proletario? Piensa Suárez.

Lo importante para Suárez es accionar, no importan los resultados, ya que en caso de derrota queda el recurso de "la sierra". ¡Hay que dar batalla, y si el golpe no resulta, iremos a las sierras; pero no se puede permanecer inactivos! ‑ nos dice el compañero Suárez. Diez años de apoyo a la pequeña burguesía en México, no han traído ningún beneficio para las masas trabajadoras, otros tantos años de existencia del Partido Comunista de México tampoco han permitido conquistar una influencia decisiva entre las masas y transformar al partido en el árbitro de la situación. Hay que iniciar, entonces, la lucha armada, la "guerrilla".

Ese es el razonamiento del compañero Suárez. No sé si su opinión es la de todos compañeros de México ‑ ya dije que hablaba en carácter personal ‑ pero de cualquier manera, lo que es digno de saludar en sus manifestaciones, es la reacción de los miembros del Partido, contra la vieja política del apoyo ‑ muchas veces incondicional ‑ a los gobiernos pequeño-burgueses de México.

Los compañeros que participamos en la discusión que se realizó hace poco más de un año, en la Internacional Comunista respecto a este problema, recordamos como los compañeros de México nos acusaban de incomprensión de la situación, porque exigíamos la separación absoluta del Partido, de la política de la pequeña burguesía en el poder; la creación de nuevos órganos políticos para la toma del poder de parte de las masas obreras y campesinas, y la lucha abierta sobre dos frentes: contra la reacción y contra el gobierno pequeño-burgués.

La "muralla" que el Partido quería levantar alrededor del gobierno de Calles para defenderle de la reacción, nosotros creíamos que debía transformarse en "muralla" para que quedara prisionero Calles y todos los pequeños burgueses en el poder, que con su política de vacilaciones que muchas veces se transformaba en política de represión contra el movimiento obrero y campesino, no hacían otra cosa que favorecer la reacción agrarista y al imperialismo.

No se exigía al Partido lanzar la consigna de la toma del poder, si es que las condiciones objetivas y subjetivas no eran favorables, sino que lanzara una consigna independiente, que diera la impresión a las masas, que, además del gobierno pequeño-burgués y de la reacción, había una tercera fuerza independiente, la que surgía de las masas obreras y campesinas y cuya acción tendería a la constitución de un nuevo sistema de dirección económica y política del país. Nos alegramos que los compañeros de México hayan comprendido ese error, y que hoy el compañero Suárez nos diga que esa política del sostenimiento del gobierno pequeño-burgués, no ha dado ningún resultado práctico. Pero ¿que sucede, ahora? Que el compañero Suárez se va a la otra alforja y, sin un trabajo paciente de preparación entre las masas trabajadoras, sin una preparación ideológica de las mismas, quiere lanzarse a la aventura de una insurrección armada, para luego, atrincherarse en las sierras, si fracasa.

Esa política, es una política de "desesperación", que nos conduciría sino a resultados desastrosos. Lo que hay que tener es una perspectiva clara del proceso revolucionario que se opera en México y trabajar para crear los órganos ejecutores de las consignas de la revolución, y aprovechar las coyunturas favorables que se presenten para llevar a cabo la revolución contra la pequeña burguesía en el poder y contra el imperialismo.

Para eso es preciso fortificar nuestro Partido, el Partido Comunista, que es la única garantía para el triunfo de la revolución proletaria.

Pasemos ahora a:

La cuestión colombiana

O sea, la actitud del Partido Socialista Revolucionario frente a la huelga de la zona bananera. Yo tocaré solamente algún aspecto de la cuestión, ya que en su conjunto ha sido tratada por varios compañeros y, especialmente, por los camaradas Luis y Peters. La primera cuestión es la que se refiere a la consigna del C.E. dirigida a los huelguistas de la zona bananera en la que se decía "no confundir la huelga con la insurrección". Cuando he interrumpido al compañero Prieto en su exposición, quería con eso, justamente, que me precisara cual es el significado de su distingo entre la huelga y la revolución. Eso era necesario, justamente, porque el compañero Prieto ha puesto tan de relieve los defectos del C.C.C.C. haciéndolo blanco de sus críticos porque este preparaba únicamente una revolución militar sin ligazón directa con los movimientos de masas. Pero el compañero Prieto ha "escurrido el bulto" a mi pregunta y la ha dejado sin contestación; pero, a pesar de que no se haya manifestado abiertamente se ha podido desprender de la discusión, que el compañero Prieto y el C.E., al comunicar al camarada Mahecha que "no confundiese la huelga con la revolución", en el fondo, lo que quería era la no intensificación del movimiento, a pesar de todo lo que digan en contrario.

Si nosotros tomamos cronológicamente las fechas, de las comunicaciones enviadas y recibidas por el C.E., de la zona bananera, vemos que este pudo imponerse de la gravedad de la situación, y comprender que la huelga, en las condiciones en que se desarrollaba, no podía sino transformarse en huelga revolucionaria. Al comunicar a los compañeros en lucha "no confundir la huelga con la revolución", sin decirles claramente si el C.E. se proponía, o no, extender el movimiento revolucionario a todo el país, en el fondo no representaba otra cosa, que abandonar el movimiento de la zona bananera a su propia suerte.

No disponemos, todavía, de los elementos necesarios ‑ no olvidemos que no hay ningún representante del C.C.C.C. en la Conferencia ‑ para poder determinar las responsabilidades del abandono en que se ha dejado a los huelguistas de la zona de las plantaciones: si la responsabilidad corresponde al C.C.C.C. o al C.E., o por igual. A su debido tiempo, podremos juzgar al respecto y determinar esas responsabilidades; pero lo que resulta claro es que el C.C.C.C., con todos sus errores, se proponía realizar la revolución; en cambio, el C.E. no tenía confianza en la acción revolucionaria de las masas. Esa es la realidad de las cosas, que no se pueden alterar a través de sofismas.

En cuanto a la afirmación de que las masas son "inconscientes" y quieren la revolución, ya sea dirigida por nosotros o por los liberales, para comprender la veracidad de esa afirmación, es preciso establecer previamente, qué se entiende por revolución. Si por revolución se entiende lo que ha manifestado el compañero Mahecha ‑ es decir: la tierra para quienes la trabajen, las fabricas para los obreros, armamento de las masas trabajadoras y gobierno obrero y campesino ‑, esa revolución no puede ser realizada por los liberales, y por consiguiente, no es de temer la "competencia".

Me parece que lo fundamental, en la situación actual de Colombia ‑ y eso ha de ser motivo de estudio por parte del Secretariado Sudamericano, después de la Conferencia ‑, es dar directivas para la reorganización de nuestro Partido Socialista Revolucionario y hacer de él un Partido Comunista, tanto por su ideología como por su composición social, al mismo tiempo que hay que tomar todas las medidas para la preparación efectiva de los próximos movimientos revolucionarios en Colombia, de los cuales nos informan los compañeros.

Durante la discusión, se ha mencionado también la labor del Secretariado Sudamericano. Diré algunas palabras al respecto, ya que algunos compañeros ‑ entre ellos el compañero Martínez ‑ han hecho algunas observaciones sobre nuestro trabajo.

En general, estamos de acuerdo en que es necesario hacer del Secretariado, de más en más, un órgano de dirección del movimiento comunista latinoamericano, y para éso es preciso, no solamente elaborar buenas resoluciones desde acá, sino trasladar directamente algunos de sus miembros, cerca de los Partidos de los países hermanos, para ayudarles en la conformación orgánica y política de nuestros Partidos. Quizás lo desconozca el compañero Martínez, pero dentro de las posibilidades del Secretariado, - posibilidades también de orden financiero, - compañeros nuestros han ido directamente a ayudar a los Partidos más cercanos. Tal es el caso de Paraguay, Chile, Brasil y Uruguay. En algunos otros casos, hemos procurado que viniesen compañeros a reuniones especiales del Secretariado, para discutir los problemas específicos de sus respectivos Partidos. Es claro que, en adelante, hay que procurar ir más al norte y conocer más de cerca el resto de nuestros Partidos. Y eso, - Martínez lo sabe, - no depende solamente de nuestra buena voluntad, sino también de los medios y hombres, de los cuales no se dispone en abundancia.

En lo que respecta al estudio de los problemas de cada país, el Secretariado se ha preocupado por ir analizándolos por serie y eso lo ha hecho, especialmente con la Argentina, Uruguay, Chile, Perú, Bolivia y Paraguay. La situación de otros países, todavía no ha sido estudiada en detalle, porque a decir verdad, a pesar de nuestros reiterados pedidos, los Partidos no sólo no nos han proporcionado los elementos para ese estudio, sino que han mantenido una ligazón bastante deficiente con el Secretariado.

En lo que se refiere a la forma de criticar en la Revista del Secretariado los errores que cometen nuestros Partidos latinoamericanos, he de decir que el caso mencionado por el compañero Martínez, es quizás el único que se puede señalar. Estamos de acuerdo en que tratándose de Partidos cuyo nivel político no es muy elevado, hay que darle forma educativa a las críticas de los errores que se cometan. En lo que respecto al caso precitado, diré con franqueza que se nos había pasado desapercibido. Se trata de un artículo firmado por un compañero centroamericano ( ), cuya forma de crítica no es de las mejores para cimentar la cordialidad entre comunistas. De haberse reparado en eso, seguramente no se hubiese publicado. Pero dejando de lado la "forma", la crítica que se hace de una publicación, - me parece del compañero De la Plaza, - ¿es o no, justa? A mi me parece que sí. La teoría de De la Plaza - que no es un cualquiera, sino un dirigente del movimiento revolucionario mexicano, - es en el fondo, la teoría de la pasividad frente al imperialismo. El autor del artículo destaca que la concepción de De la Plaza, sobre el porvenir de los países latinoamericanos es "la lucha prolongada hasta que los Estados Unidos lleguen a la revolución", y se asemeja mucho a la mentalidad pequeño burguesa respecto de la imposibilidad de la revolución en un país de América latina, so pena de ser aniquilado por el imperialismo. Y en ese caso, el articulista llega a la conclusión, - con razón, - de que esa teoría debe ser combatida en las filas revolucionarias, como una forma de pasividad. Es preciso guardar las "formas" todo lo necesario; pero sería un error si por miedo a zaherir susceptibilidades, no se criticasen los errores políticos cometidos por nuestros mismos camaradas, y por nuestros Partidos hermanos.

Como última cuestión que quería tratar, es la que se refiere a la autodeterminación y al plebiscito. El compañero Peters me ha "acusado" de querer aplicar la autodeterminación y el plebiscito, en todos los momentos y en todos los casos.

Debo decir que yo me he referido tan sólo a un caso concreto: al caso de Tacna y Arica, donde existían posibilidades de aplicar el principio de la autodeterminación, por medio del plebiscito bajo el control obrero y campesino, como ya he explicado en mi intervención en el primer punto del orden del día. A nadie se le podría ocurrir pedir la autodeterminación y el plebiscito para el Chaco, donde, indiscutiblemente, como ya se ha dicho, votarían los mosquitos… Pero, para el caso concreto de Tacna y Arica, donde existía un movimiento autonomista, y donde la población estaba cansada de las disputas chileno-peruanas, para anexarlos a uno u otro país, y donde el imperialismo intervenía con fines de conquista; en ese caso, la consigna de autodeterminación me parece que es acertada.

El compañero Peters opina de otra manera; pero sigo creyendo que mi punto de vista es el acertado.

Para terminar, remarco una vez más la importancia de esta Conferencia, que, por primera vez, permite un análisis de la situación de nuestros países, la táctica a seguir frente a la revolución democrático-burguesa que está a la orden del día en varios países, y que sobre todo, llevará la convicción a todos los compañeros de reforzar ideológica y orgánicamente a nuestros Partidos, única garantía para el éxito del movimiento revolucionario. (Aplausos).

Suárez (México). ‑ Permítanme los camaradas que agregue algo a lo ya manifestado en mi intervención. El compañero Codovilla ha dicho que yo, al tratar la cuestión de México, había presentado el asunto más como un problema de caudillismo que de masas. Creo que el compañero Codovilla, no ha oído bien mis palabras; caso contrario, no hubiese afirmado tal cosa, como puede verse en la versión de mi discurso.

El Bloque de Obreros y Campesinos está compuesto en la forma en que, como el propio compañero Codovilla dice, debe formarse. Creo que el compañero Luis tiene razón al señalar el peligro de que el Partido Comunista sea ahogado por la enorme masa de campesinos que forman el Bloque. También afirmaba este camarada que el campesino tiene más espíritu de sacrificio que el obrero, lo cual es exacto. La causa creadora del Bloque Obrero y Campesino fue la necesidad de presentarse a la campaña electoral presidencial. La influencia de este organismo es grande, y digo sin exagerar nada, camaradas, porque por todos los rincones del país, se expresan simpatías hacia esta organización. El compañero Luis nos presentaba otra cuestión: nos decía que como, siendo los compañeros de la Liga Campesina los primeros en entrar en Veracruz, no habían formado el soviet inmediatamente. El compañero Luis ve las cosas y aprecia los fenómenos desde lejos. En realidad, compañeros, los hechos sorprendieron el Partido; el Comité Ejecutivo estaba en minoría y casi desorientado; cuando quisimos actuar, ya era tarde. En vista de esta situación, elaboramos un nuevo plan que acaso fructifique en la próxima revuelta. Si los camaradas de Veracruz hubiesen obrado de otra manera, se habría cometido un grave error. Por otra parte, se quiere presentar al Partido mexicano como el único que comete errores en América latina, y esto me parece injusto; igualmente, hay que tener presente que siempre nuestra organización ha sido combativa, especialmente contra la pequeña burguesía. Algún compañero ha manifestado que ya la pequeña burguesía ha claudicado, de lo cual se puede deducir legítimamente que se piensa en esta forma: que la pequeña burguesía alguna vez ha sido un obstáculo para el imperialismo.

¿Como se conoce la eficacia del trabajo de un Partido Comunista? Un Partido que tiene influencia sobre las masas, es, indudablemente, mejor que otro que nada tiene tras sí. Me parece justo y admisible desde todo punto de vista que se nos critiquen nuestros errores, pero también me parece justo que se nos reconozca lo que somos y lo que trabajamos. Estas son las cuestiones que quería aclarar ante la Conferencia, un tanto deshilvanadamente como han visto las camaradas. Nada más.

Ramírez (Presidente). ‑ Tiene la palabra el compañero Luis, para resumir la discusión sobre este punto del orden del día.

Luis (C.E. de la I.C.). ‑ Seré muy breve ya que tomaré los puntos más importantes de la discusión. Hay que reconocer que en general, los compañeros que han intervenido en el debate, han hablado sobre problemas importantes de nuestra táctica. A través de esas discusiones, no se han hecho objeciones a la tesis presentada por el Presídium de la Internacional Comunista. Las diversas delegaciones han aceptado, en general, esas tesis con algunas observaciones que serán tomadas en cuenta por la Comisión nombrada para darle forma definitiva. Paso entonces, a

Los problemas generales de táctica

que han sido planteados durante la discusión. Quiero referirme, brevemente, a la discusión habida entre los compañeros Codovilla y Peters, sobre la cuestión de las minorías nacionales, que es la manzana de discordia entre los imperialismos. La consigna de la autodeterminación, sigue siendo justa. Realizar la agitación teniendo como consigna fundamental, el derecho de los pueblos a disponer de sí mismos, es exacto, por ejemplo, para el caso de Alsacia-Lorena, y hasta se puede plantear el derecho de separación entre dos nacionalidades o minorías nacionales. El ejemplo del Chaco Boreal, traído por el compañero Peters, contra la tesis del compañero Codovilla, no rige, puesto que el mismo compañero Codovilla no admite la posibilidad de aplicar la táctica de la autodeterminación, allí donde la zona en litigio esta despoblado. Existen muchos conflictos de esa índole entre Ecuador, Colombia, etc.: regiones inexplotadas todavía, pero que poseen petróleo. En todos estos casos, plantear la palabra de orden del derecho de autodeterminación, sería completamente erróneo. Esa misma consigna, por ejemplo, no podría ser aplicada tampoco para el conflicto actual entre Guatemala y Honduras, donde están en juego los intereses de las compañías americanas de petróleo. Para el caso de Tacna y Arica, si, efectivamente, existe un movimiento autonomista en el seno de los indígenas, la consigna de autodeterminación, puede ser acertada.

Paso, ahora, a contestar algunas afirmaciones del compañero Suárez, las cuales deben ser examinadas, porque de las premisas que plantean, pueden deducirse consecuencias que debemos combatir como nocivas para la elaboración de nuestra táctica. Dice, por ejemplo, que existiendo una situación revolucionaria en varios países de América latina, y especialmente en México, ante esta situación, debemos ponernos al frente de las masas para dirigir la insurrección. Esto es justo; pero el compañero Suárez nos trae a colación la experiencia de México, Colombia, etc., para decirnos que habiendo una tradición caudillista en la política de esos países, si no se procede a la acción inmediata supliendo las debilidades del Partido, con la audacia de los "caudillos rojos", los liberales u otros elementos burgueses, nos ganarán de mano y dirigirán a las masas, llevándolas a la insurrección en beneficio de sus intereses personales. Según el compañero Suárez, el proceso de organización de las masas va muy lento, no debemos perder el tiempo en estos momentos en organizar a las masas, sino que debemos lanzarnos directa e inmediatamente a la conquista del poder. Si, además, a este concepto del camarada Suárez, se le agrega el otro del atentado individual, veremos que toda la táctica que nos aconseja está directamente fuera y contra la que establece la Internacional Comunista. Por esto, es que creo necesario combatir esa concepción.

El caudillismo es la teoría, o mejor dicho, la forma general bajo la cual se han hecho las revoluciones en América latina; de eso deduce el compañero Suárez que debemos adoptar los mismos métodos para acelerar nuestra revolución. Se trataría, compañeros, de substituir el caudillismo burgués, por el "caudillismo comunista". Se podría erguir que es preciso utilizar las simpatías que las masas demuestran por nuestros compañeros, para organizarlas y ganarlas a la lucha; pero eso debe ser perfectamente lo contrario de la fe en el caudillo, que siempre han explotado los generales revolucionarios burgueses, porque a nosotros nos interesa que esa influencia, y todos los trabajos de nuestros militantes que atraen las simpatías de las masas, tengan el riguroso control del Partido y de los trabajadores, para evitar que esas simpatías hagan de nuestros compañeros simples caudillos. El caso del compañero Galván es interesante a este respecto. El, que es todo un "caudillo", obedece más a los mandatos de Tejeda y de los obregonistas, que a los del Partido. Hay que terminar con esos casos. Debemos oponer a la forma del golpe de Estado a la usanza tradicional, la organización férrea de nuestro movimiento y de nuestra insurrección, y hacer que en el desarrollo de la lucha, surja el gobierno obrero y campesino y no que sea concebido por los "jefes" del movimiento, como cosa personal.

Desde otro punto de vista, es inexacto comparar la situación actual de México con la del Ecuador, Colombia y demás países del Norte de América meridional y del Mar Caribe. La tradición de organizaciones obreras que tiene México, bajo ningún concepto se la puede comparar con la de Colombia o Ecuador, por ejemplo. Ni Bolivia, ni Perú, ni Cuba gozan de antecedentes de lucha que signifiquen un factor fundamental para nuestro trabajo. En México hay organizaciones de obreros y campesinos surgidas de la revolución, y que han forjado su conciencia de clase a través de la lucha revolucionaria, existen grandes organizaciones obreras y campesinas; pero, en cambio, sabemos cuál es el estado de organización en Colombia. En México tenemos un Partido Comunista que tiene diez años de vida, con militantes capacitadas políticamente, mientras que en Colombia, ya sabemos, por la discusión que se ha desarrollado durante el debate, cual es el estado de nuestra organización. En México tenemos Bloques Obreros y Campesinos de que no disponemos en Colombia. Todas estas circunstancias, todas estas situaciones, que el compañero Suárez no se ha detenido a analizar, prueban que su concepción con referencia a la táctica inmediata o mediata de nuestro movimiento, denota una impaciencia para la lucha que, partiendo de una base falsa, nos puede llevar a resultados graves.

El compañero Suárez nos ha hablado de que las vanguardias de lucha de los obreros y campesinos de México sufren una gran represión, tanto del gobierno como de los latifundistas, los que disponen de guardias especiales para tales efectos, y afirma que habrá que oponerles la táctica de la lucha armada para no dejarse matar impunemente. Estamos perfectamente de acuerdo con esa opinión; cuando se produzca un caso de esa índole, soy de parecer que nuestro partido debe demostrar la máxima energía para hacerle frente y llegar hasta la lucha armada; pero debe tenerse en cuenta siempre, que las masas influenciadas por nuestro Partido, las organizaciones de obreros y campesinos que tenemos bajo nuestro control, deben ser atraídas a la lucha, la cual debe ampliarse continuamente. Lo importante, compañeros, es que esa masa de organizados, esa masa de campesinos y los componentes de los sindicatos influenciados por nuestro Partido, se dispongan a la defensa del Partido Comunista. Esta acción que nosotros establecemos para los casos citados, no se la puede reemplazar por acciones aisladas de grupos militares sin conexión con las masas.

El caso de Venezuela, que el compañero Suárez, fiel a su teoría del caudillismo, lo considera semejante, es diferente. Se habla mucho de audacia revolucionaria, pero la verdadera audacia comunista, y por lo tanto revolucionaria, consiste en realizar los más grandes y constantes sacrificios para penetrar entre las masas, crecer en su seno y hacer que la levadura revolucionaria surja de su interior. Tenemos el caso de Colombia, que es ilustrativo: se realiza un serio e importante movimiento de masas, influenciado directamente por nuestros militantes comunistas, pero se pierde la huelga, caen en la cárcel nuestros militantes, y la masa, que antes simpatizaba y era arrastrada por esos mismos jefes, no realiza absolutamente ningún movimiento para arrancarlos de la prisión y continuar la lucha. ¿Por qué pasa esto? Porque tras ellas no hubo Partido que las orientara y las indujera a continuar la lucha. Se ve, pues, que esa táctica, basada en la audacia de los caudillos, no puede ser una táctica que beneficie al verdadero movimiento de masas, en el concepto que nosotros ‑ comunistas ‑ tenemos de estos. La audacia revolucionaria consiste en utilizar la influencia que se tiene sobre las masas, para oponerlas a las fuerzas de la reacción que se desencadenan contra el movimiento sindical y que combaten a nuestro Partido. En los momentos de reacción contra nuestro Partido, es cuando se ve claramente el verdadero trabajo de penetración inteligente entre las masas. Si, a pesar de todo, se sabe movilizar a las masas y conducirlas a la lucha, entonces el movimiento revolucionario está asentado sobre bases sólidas y no ha de tardar el momento de su triunfo.

Cuestión colombiana

Paso a referirme a la cuestión colombiana. Los compañeros delegados de Colombia dicen que la Internacional Comunista no está informada de las cosas de Colombia, que desconocemos el mapa de ese país y utilizan una serie de artificios oratorios de esa especie que son inadmisibles en discusiones entre comunistas. Indiscutiblemente, si la Internacional Comunista tuviese que basarse solamente en las informaciones proporcionadas directamente por los compañeros colombianos, hubiese cometido graves errores. Sin embargo, lo lógico es que la Internacional Comunista se base en informes suministrados por sus secciones. Y cuando el compañero nos dice que no conocemos bien la situación de Colombia, no tiene en cuenta que los informes de que disponía la Internacional Comunista, los habíamos recibido de los propios delegados a nuestra organización internacional, y eran los más contradictorios. En Moscú, pasó el siguiente hecho: Un delegado hablaba en forma fantástica del movimiento armado que iba a estallar inmediatamente y de las condiciones revolucionarias objetivas y subjetivas de Colombia; luego llega otro y nos da un informe completamente contrario del primero; pero más tarde llega un tercer compañero, quien nos suministra datos que divergen de los anteriores. Con estos informes contradictorios, ningún compañero podrá pensar que la Internacional Comunista podía hacer más de lo que hizo por el movimiento, pues esos informes poco serios que hemos recibido no permitían considerar bien la situación de Colombia.

De ahí que recomendáramos a los delegados e invitáramos al Partido, a enviarnos datos más fidedignos. Ahora bien: ¿qué hizo el Partido por informarnos? Nada, compañeros. ¡No mandó informe oficial alguno! De manera, que el compañero Prieto no tiene derecho a criticar a la Internacional Comunista, porque, según el, se ha "despreocupado" de la cuestión colombiana.

Sin embargo, la línea política fijada en la Carta Abierta de la I.C., es justa, pues no ha podido demostrarse lo contrario en toda la discusión.

Pienso que el compañero Austine ha exagerado al tratar la cuestión colombiana, en lo que respecta a la composición social del Partido. No se puede dirigir una huelga de la importancia de la que tuvo lugar en las plantaciones bananeras, que arrastro a 30.000 obreros de las empresas imperialistas, con una masa que estaba bajo nuestra influencia, si la dirección de nuestro Partido estaba constituida por terratenientes y latifundistas. Me parece perfectamente exagerada la afirmación de Austine.

Creo que entre la masa que sigue al Partido Socialista Revolucionario de Colombia, hay elementos sanos que pueden formar un verdadero Partido Comunista, y darle una dirección más proletaria. Es cuestión de un trabajo paciente de reorganización, aun estando frente a un periodo de lucha. No deseo hablar nuevamente sobre la necesidad de las cotizaciones. El ejemplo que trae Mahecha referente a la huelga bananera, en que los obreros han cotizado espontáneamente para la lucha, demuestra que no es un asunto de tradición el no cotizar, sino que se trata de ganar la confianza de la masa obrera, y luego cotizará.

De los datos proporcionados, parece claramente que el Partido Socialista Revolucionario de Colombia, está lejos de ser, por su estructura y composición social, un Partido Comunista. La intervención del C.E. en la huelga bananera ha sido deficiente, por no decir otra cosa, y todos los artificios oratorios del compañero Prieto sobre la geografía del país, no alcanzan a justificar esa actitud. El C.E. no le ha acordado al movimiento, la importancia que tenía: esa es la realidad que surge de los hechos. Y, en general, el C.E. no ha visto el problema de la revolución colombiana a través de los grandes movimientos de masas, aunque acuse de eso al C.C.C.C. La revolución es posible en Colombia, si el Partido comprende la acción de masas por sus reivindicaciones.

Trataré otros aspectos de esta misma cuestión. Es claro que el frente único con los liberales, ha sido un error oportunista. El frente único se hace con organizaciones obreras, no con parlamentarios, no con representantes de los partidos políticos burgueses.

Sabiendo que el imperialismo yanqui ofrece dinero y elementos para hacer la "revolución" en Colombia, los compañeros nos plantean la cuestión de la siguiente manera: "Si nosotros no aceptamos, lo harán los liberales; ¿que debemos hacer?" El solo planteamiento de la cuestión demuestra una incomprensión formidable de cómo se gesta y desarrolla una revolución. ¿Cuál es la condición que impone el imperialismo yanqui? El imperialismo yanqui impone como condición, la entrega de los pozos petrolíferos. ¿Piensan los compañeros colombianos que el imperialismo yanqui nos ayudará para hacer nuestra revolución? ¡Sería absurdo creerlo! Lo hace tan solo para obligar al gobierno colombiano a otorgarle concesiones y para destruir la influencia siempre creciente de los comunistas en la masa proletaria de ese país, porque sabe que nosotros nos proponemos hacer la verdadera revolución. Creo que el camino para el Partido colombiano es partir de las perspectivas revolucionarias existentes; tener en cuenta el desarrollo de la crisis económica y política que se opera en el país, y organizar una acción revolucionaria independiente, ligándola con las reivindicaciones inmediatas de las masas.

El compañero Mahecha ha podido demostrar que no hacen falta ayudas exteriores para desarrollar el movimiento; que entre las masas colombianos, se encuentra el apoyo necesario para la lucha revolucionaria, y los elementos más abnegados deben ser aprovechados para organizar un verdadero Partido Comunista, que prepare la acción revolucionaria y conduzca las masas a la victoria.

La cuestión peruana

En lo que se refiere al Perú, he de decir que muchos compañeros han atacado a los compañeros delegados peruanos. Hay que tener en cuenta que esos compañeros han hecho ya pasos muy importantes para asimilar la ideología comunista. Por otra parte, estamos frente a camaradas que, al plantear el problema de realizar una actividad política de masas, parten de una voluntad de lucha sincera. Yo conozco un poco la insistencia de los compañeros peruanos. Ya hemos batallado en Moscú con el compañero Zamora, acerca del rol del APRA, pero una vez que se hubo convencido, defendió el punto de vista de la Internacional Comunista, frente a los demás compañeros. Estoy seguro de que después de esta Conferencia, ha de pasar lo mismo. Y ya que hemos de criticar los defectos, veamos las virtudes de nuestros compañeros peruanos, los cuales han intervenido con eficacia en las discusiones y han aportado la mayor experiencia y colaboración, en la preparación de sus resoluciones. En el fondo, ¿cual es el propósito de nuestros compañeros peruanos? El de ligar al grupo comunista con las masas, pero el método que preconizan es malo. El proletariado debe tener un partido, pero no un partido compuesto de tres clases. Los compañeros quieren organizar en el Partido Socialista, a los obreros, a los campesinos y algunas capas de la pequeña burguesía: en el fondo, tres clases sociales.

Los compañeros nos dicen que el Partido Socialista será útil para atraer a nuestra influencia a ciertos intelectuales simpatizantes; además, dicen: es necesario que en ciertas circunstancias el Partido cree mascaras legales, pero esto no es el caso. Lo que ellos proponen no es la máscara legal del Partido Comunista; es un partido político más amplio. El solo hecho de querer atraer a los intelectuales, demuestra que el Partido Socialista tendría una base y una composición social distintas a la de un verdadero Partido Comunista. Hay que tener en cuenta otra posibilidad: es posible que durante algún tiempo, los pequeños burgueses y los intelectuales, sean disciplinados; pero en el momento decisivo, traicionaran, como ha pasado siempre, y es preciso precavernos de ese peligro.

El programa esbozado para el Partido Socialista, ha sido corregido en parte por el compañero Zamora; pero, al intervenir en la discusión su punto de vista no se diferencia de las manifestaciones de la primera vez. La declaración leída por el compañero Zamora contiene, además, una serie de errores políticos que no voy a analizar en este momento. La cuestión de las municipalidades obreras y campesinas, me parece la más grave. Una municipalidad obrera y campesina, puede existir en un país capitalista: ha ocurrido, por ejemplo, en la Argentina. Pero ello no significa la revolución, como la significan los soviets, que son órganos de un nuevo Estado revolucionario. Creo que sobre este punto, los compañeros deben reconocer el error que el programa enuncia, al no hablar de la creación del gobierno de los obreros y campesinos.

Creo que la fundación del Partido Socialista en el Perú, será una experiencia que creara graves dificultades para evitar y corregir las desviaciones que surgirán inevitablemente en su seno y hay que tener en cuenta que las desviaciones políticas de un partido son más difíciles de corregir que las que pueden originar, por ejemplo, en el bloque obrero y campesino.

Hay que insistir, pues, ante los compañeros para que no incurran en ese error.

Bloques obreros y campesinos

Algunas palabras respecto a los bloques de obreros y campesinos.

En mi concepto, el bloque de obreros y campesinos debe ser una organización realizada sobre la base de la adhesión colectiva. El compañero Peluffo ha referido las experiencias de la Provincia de Córdoba (Argentina), donde se organizaron sobre la base de adhesiones individuales; pero, a pesar de los éxitos que él dice, han alcanzado, representan, asimismo, un peligro para nuestro movimiento, un retraimiento de nuestro Partido, a pesar de que los comunistas han controlado siempre esas organizaciones de masas. De esa experiencia que nos trae el compañero Peluffo se deduce que el que tiene la influencia en las masas, no es el Partido, sino el Bloque, y que en el seno de este, trabaja clandestinamente nuestro Partido.

Pienso que una forma de penetrar eficazmente entre las masas, por medio de los bloques, es el de organizar, previamente, grupos de fábricas o de estancias, y adherirlos más tarde al bloque. A través, también, del bloque, se puede organizar el sindicato, pero éste deberá adherir al bloque.

Es cierto que la táctica de nuestro Partido debe ser flexible, pero debe tenerse en cuenta siempre que la forma de organización individual, debe ser desechada por peligrosa y nociva para a nuestra influencia efectiva entre las masas.

El compañero Yolles decía que el papel principal del bloque, es la lucha contra el imperialismo y el feudalismo. Nos parece que hay contradicción con el papel que siempre debe desempeñar el Partido y que sería malo oponer el bloque al Partido o enaltecer el primero, disminuyendo el segundo.

Este peligro sería tan perjudicial e importante, como dejar que la pequeña burguesía penetrara en el bloque y nuestro Partido, por esa causa, perdiera la influencia y el control de todo el organismo.

Para concluir, algunas palabras sobre las críticas formuladas a la Internacional Comunista. Algunos camaradas, pretendiendo ironizar, han afirmado que la Internacional Comunista recién ha descubierto la América latina, y el compañero Prieto, agregó, que todavía no la conocía. Pero hay que recordar que muchos camaradas americanos, recién hacen ese mismo descubrimiento. De manera, compañeros, que realizamos juntos el viaje, con la diferencia de que ustedes no la descubrieron antes, a pesar de habitar el territorio…

No voy a hacer la "defensa" de la Internacional Comunista frente a cada Partido en particular, y demostrar cómo cada Partido se ha "ocultado" a la Internacional Comunista; de allí, lo difícil del "descubrimiento"...
En lo que se refiere a El Salvador, por ejemplo, no sabíamos en Moscú que había allí una sección de la Internacional Comunista. ¡Yo lo he sabido recién en Buenos Aires!... El Partido del Ecuador, ¿cuándo ha tenido contacto con la Internacional Comunista? Recién cuando el compañero Paredes fué a Moscú, con motivo del X aniversario de la Revolución de octubre.

Los compañeros de Colombia se quejan del "abandono" de la Internacional Comunista; pero el camarada colombiano que estuvo en el VI Congreso, a pesar de las promesas que nos hiciera, recién se comunica con la Internacional pocos días antes de mi partida. El compañero Prieto envía un informe, sin indicar la dirección del Partido y se dió el caso que teníamos lista ya la carta abierta que he mencionado, sin saber adónde remitirla.
Naturalmente, hay dificultades e imperfecciones; pero hay que decir que los partidos jamás han enviado informaciones. Solamente con la ayuda de los Partidos, la Internacional Comunista podrá estudiar la situación de América latina. Necesitamos tomar posición frente a todos los hechos, y para ello, es preciso la colaboración de todos los Partidos latinoamericanos.

Es necesario, también, clarificar un punto: ¿qué es lo que los compañeros y los Partidos esperan de la Internacional Comunista? Algunos compañeros plantean el problema de tal manera que pareciera que la Internacional Comunista deberá atender a todas las labores de sus partidos. La ayuda de la Internacional Comunista será una ayuda en lo que concierne a la dirección política, a la educación, a la formación de cuadros dirigentes, a la edición de literatura, etc.

Termino manifestando que la discusión ha clarificado una serie de problemas y que al final deberemos concretar las tareas para cada país. Creo que de clarificación que hemos efectuado, permitirá el establecimiento de las bases para el desarrollo del movimiento revolucionario de América latina. (Aplausos).

(Se pasa a cuarto intermedio).



La Correspondencia Sudamericana, 2º época, nº 4. “La Revolución Proletaria en América”.

[1] https://books.google.fr/books?id=jC0KAQAAIAAJ

François Châtelet, Jean-Marie Vincent, Los marxistas y la política, Volumen 2

Taurus, 1977

II Congreso de la Internacional Comunista Tesis 1.° La posición abstracta y formalista de la cuestión de la igualdad — al estar incluida en ella la igualdad de las nacionalidades — es propia de la democracia burguesa bajo la forma de la

[...]

5) Es necesario combatir enérgicamente las tentativas realizadas por movimientos emancipadores que no sean auténticamente ni comunistas ni revolucionarios, para enarbolar la bandera comunista; la Internacional Comunista no tiene que apoyar a los movimientos revolucionarios en las colonias y en los países atrasados, más que a condición de que los elementos más puros de los partidos comunistas — y comunistas de hecho — estén agrupados e instruidos en cuanto a sus tareas particulares, es decir, de su misión de combatir el movimiento burgués y democrático.

[2] Ricardo Martinez de la Torre, "El movimiento obrero de 1919".


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