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El movimiento revolucionario latino americano 

 

Séptima sesión, realizada el 4 de junio

Preside Gabrinetti (Brasil). ‑ Tiene la palabra el compañero Prieto, delegado por Colombia.

Prieto (Colombia). ‑ Compañeros: me voy a referir especialmente al caso de Colombia que, por su importancia, creo interesa a todos los compañeros delegados a esta Conferencia.

La situación es muy complicada, ha sido analizada en el discurso del compañero Luis y en una carta dirigida por la International Comunista ‑ que no hemos recibido ‑, de cuyo contenido nos hemos enterado por la publicación en la revista del Secretariado Sudamericano[1].

Las dificultades y persecuciones de que ha sido víctima nuestro Partido, el olvido en que lo ha dejado la Internacional Comunista, su falta de apoyo en el periodo álgido de la lucha, no dan derecho, ni al compañero Luis ni a la Internacional Comunista, de hacer la crítica despiadada que se nos ha hecho en la intervención del primero, en esta Conferencia, y en la carta abierta precitada. Yo culpo a la Internacional Comunista que por su descuido para con nuestro Partido, haya sido la causa de que hayamos tenido tantas dificultades en nuestra acción.

En lo que respecta a la parte analítica de la carta abierta mencionada, hay muchas cosas exactas pero conocidas. Al explicarnos que la aparición y desarrollo del Partido Socialista Revolucionario coincide con el desenvolvimiento económico del país, a causa de la penetración imperialista, se dice una cosa justa. Nosotros habíamos notado, también, ese fenómeno, el cual había tenido su influencia en el desplazamiento de las fuerzas políticas, en la polarización de las fuerzas trabajadoras, sino orgánicamente, sí potencialmente, hacia el Partido Socialista Revolucionario. Que el petróleo juega un papel fundamental en la política colombiana, es un hecho conocido; podríamos decir que ríos de oro han corrido en el país, para corromper a los diversos grupos burgueses y obtener posesiones en favor del imperialismo yanqui o inglés.

Sabido es que los ingleses gozaron de más "simpatías" entre la burguesía colombiana y eran favorecidos en todo sentido contra los yanquis, después del desmembramiento de Colombia y la creación del Estado de Panamá. El nacionalismo colombiano se sentía zaherido por la actitud yanqui y ese odio antiyanqui se había arraigado profundamente en el pueblo.

Por otra parte, los americanos, después de haber obtenido su objeto, con la creación de la República de Panamá, se desinteresaron durante mucho tiempo por Colombia, hasta que sus expertos descubrieron que existían en la misma, importantes yacimientos petrolíferos. Desde ese momento, la actitud de Estados Unidos hacia Colombia cambia. Busca por todos los medios llegar a un "arreglo amistoso" con el gobierno; ofrece pagar en cuotas, 25 millones de dólares como indemnización por el asunto de Panamá; obtiene concesión en la zona petrolífera y trata de "aconsejar" al gobierno en sus gestiones financieras. En efecto, con la primera cuota de los 25 millones, se establece el Banco de la Republica, un Banco de Emisión y Redescuento, y luego, mediante los empréstitos, el país tuvo un chorro continúo de oro. Esas cifras completas las he dado en el Congreso de la Confederación Sindical Latinoamericana y no las voy a repetir. Diré, solamente, que la política gubernativa de los empréstitos ha seguido acrecentándose febrilmente, adeudándose ya 215 millones de dólares al exterior y habiendo un empréstito pendiente de 100 millones, en Nueva York, que no le ha sido concedido debido a las incidencias respecto de las concesiones petrolíferas por todos conocidas. Ese hecho ha provocado una crisis que tiende a agravarse; se ha tenido que paralizar varias obras publicas presupuestadas sobre la base de los empréstitos, si bien el gobierno ha podido resarcirse mediante acuerdos con el imperialismo inglés, del cual espera obtener un gran empréstito, contra la entrega de concesiones petrolíferas.

Todos estos fenómenos citados y que se han desenvuelto en el curso de 7 a 8 años, explican el desarrollo de nuestro Partido, que se inicia desde hace 8 años, pero que tiene carácter revolucionario solamente desde hace 4. En nuestro país no hay industrialismo sino que la producción predominante es la agricultura. Los obreros y campesinos sufren la penetración cada vez más progresiva del imperialismo yanqui. Todos estos elementos: agricultores, obreros, pequeños burgueses, han sufrido las consecuencias económicas de la carestía de la vida, de la penetración imperialista. Son ellos los que han venido hacia el Partido Socialista Revolucionario y esto explica la heterogeneidad de nuestros cuadros y que en la composición de nuestro Partido, figuran elementos no proletarios.

Hay en toda lucha revolucionaria, polarización de fuerzas; como existe una pequeña burguesía, tendrá que tomar posición: o con la burguesía nacional, aliada del imperialismo, o con el proletariado.

La cuestión que a nosotros se presenta como de solución inmediata es la depuración del Partido, para que de una vez se cristalice de acuerdo con la composición social que deberá tener, si queremos que nuestro Partido sea verdaderamente revolucionario. En este sentido hay que separar ciertas elementos pequeños burgueses que se han infiltrado en nuestras filas, porque de no ser así, nos encontraremos en los momentos de verdadero movimiento revolucionario, con elementos que impedirán las acciones del proletariado. Ese mismo estado de nuestra economía, explica en forma categórica, el estado de verdadera desorganización en que se encuentra el proletariado en Colombia, y hasta nos parece imposible luchar por la organización de las grandes masas explotadas. Reconocemos los serios defectos de que adolece nuestro movimiento, pero más de una vez nos hemos querido explicar este fenómeno, que no se observará en muchos países de América latina. Y si nosotros no hemos podido organizar esas masas, se debe a que no hay tradición en el país de organizaciones revolucionarias de clase, con programa definido, y hemos tropezado con muchos inconvenientes; además del ya citado, la falta de dinero para encarar con éxito la más elemental campaña, las persecuciones desenfrenadas de la burguesía nacional, azuzada por el imperialismo, y también, la imposibilidad de hacerle contribuir con su cotización, al obrero que se acerca al sindicato y al partido. A las masas obreras de nuestro país les es más fácil dar la vida por la revolución o por cualquier golpe militar, que extraer una moneda de su bolsillo para la caja del sindicato. Es esta una cuestión que tiene su origen en la tradición de nuestros trabajadores y que nos será difícil modificar. Se tropieza, igualmente, con el temperamento de nuestra raza, guerrillera y violenta, que va fácilmente a las acciones rápidas, por peligrosas que ellas sean, pero se fatiga del trabajo lento metódico del sindicato.

Esa, compañeros, es la situación objetiva de Colombia, diseñada a grandes rasgos. Ustedes saben cómo el Partido Socialista Revolucionario adquirió rápidamente influencia entre las masas trabajadoras, las cuales, cansadas de las promesas de los partidos burgueses, y especialmente de los liberales, se pasaban por legiones a nuestro Partido. Eso creaba una gran responsabilidad para nuestra organización, la cual se veía abocada de inmediato a grandes movimientos revolucionarios de masas, sin tener la estructura que debe tener un Partido Comunista, ni una dirección capaz, con perspectivas claras para dirigir el movimiento de masas. Todo el mundo comprendía que grandes acontecimientos se producirían en el país, que la situación era objetivamente favorable para acciones revolucionarias de masas, y es por eso que se crearon dos centros de dirección, uno legal y otro ilegal, con fines de preparar y dirigir el movimiento revolucionario. Es claro que la composición social de nuestro Partido, no era de las mejores y sus cuadros de dirección, tanto locales como centrales, estaban formados en gran parte por elementos pequeños burgueses o intelectuales, muchos de ellos sinceros, pero sin experiencias para el movimiento revolucionario que se preveía.

Cuando llegué a Colombia, fui incluido en ese famoso C.E. y empecé a trabajar seriamente para que fuera un órgano de dirección, pero ustedes saben que ese C.E. era solamente la fachada, y que, en cambio, el verdadero órgano de dirección del Partido, era el C.C.C.C.

Cuando se juega nuestra responsabilidad en los recientes acontecimientos, se debe tener en cuenta la existencia de esas dos direcciones y se comprenderá por que se han cometido errores. En apariencia, yo era el secretario del Partido y junto con los otros miembros, formaba el C.E., pero en realidad, no se tomaba en serio nuestra actividad. Yo me esforcé en todo sentido, para hacer del C.E. un verdadero órgano de dirección, pero nuestra actividad se veía siempre trabada por la acción secreta del C.C.C.C.

Y paso, ahora, a la huelga bananera. Ante todo, cuando se habla de Colombia, hay que tener siempre un mapa delante, si no se quiere incurrir en errores graves, como cuando se pretende, por ejemplo, que el C.E. podía dar directivas o trasladar delegados en 24 horas, a lugares que necesitan una semana de viaje. Me parece que el compañero Luis no conoce bien ese mapa. Pero volviendo al asunto de la huelga, cabe señalar que fue preparada en la zona bananera, sin la intervención directa del C.E. del Partido, que residía en Bogotá, y el único medio de información que teníamos, es el que nos proporcionaba el compañero Mahecha, que había sido enviado para organizar las masas. En efecto: un día recibimos informaciones comunicándonos que iba a estallar la huelga algunos días después, y que debíamos prepararnos para apoyarla. ¿Cuáles fueron los informes que el C.E. tenia de esa huelga? Según el informe del compañero Mahecha, eran más de 32.000 obreros los que participarían en la misma, y la huelga tendría un carácter amplio y revolucionario; por el compañero Tomas Uribe, que suponíamos bien informado, supimos que, a su juicio, Mahecha era un poco exagerado y que los obreros en huelga no pasarían 10.000. Con esa data, nosotros creímos que la huelga no tendría la amplitud que luego tuvo...

Mahecha (Colombia). ‑ No vaya a "confundir la huelga con la revolución"...

Prieto (Colombia). ‑ Ya hablaremos de eso, compañero Mahecha. Efectivamente; después comprobamos que en la huelga habían participado más de 32.000 obreros; que esta tuvo una importancia política enorme y que el compañero Mahecha había organizado un verdadero ejército de huelguistas, haciendo prodigios, improvisando habitaciones para concentrar los obreros, organizando la distribución de los víveres y dirigiendo el movimiento en una extensión de más de 80 leguas. ¿Qué hizo el C.E. frente a esta situación? Quiero dejar establecido la conducta que nos correspondió seguir como parte directora en el movimiento de la zona bananera de la "Unied Fruit Company". Se nos acusa de no haber enviado la menor orden para la dirección de ese movimiento, pero cuando así se dice, no se tiene en cuenta que no disponíamos de dinero para comunicarnos, que el telégrafo estaba en manos de la burguesía que no dejaba pasar la más leve noticia referente a este asunto. Lo único que se pudo hacer, compañero, se hizo: enviar un delegado que por carencia de medios rápidos de comunicación, tardo doce días en llegar al centro del movimiento de la huelga. No hubo, pues, abandono de nuestra parte, y se explican las críticas de algunos compañeros porque desconocen completamente estos inconvenientes que no pudimos vencer, sino en parte. Desde otro punto de vista, sabíamos que en esa zona estaban los mejores elementos del Partido, los que sabrían dirigir convenientemente la acción. Nosotros habíamos tentado organizar la huelga general en todo el país, pero nuestros emisarios chocaron en todas partes con las instrucciones dadas posteriormente por los delegados del C.C.C.C., los cuales decían a las organizaciones de no hacer la huelga general, que representaría un desperdicio de fuerzas, en el preciso momento que se preparaba la insurrección armada en todo el país. Como la huelga bananera no estaba en el plan insurreccional del C.C.C.C., este no le prestó su apoyo, pero el resultado fue que no tuvimos ni huelga general, ni estalló la revolución.

Después de una lucha heroica en la zona bananera, fueron asesinados más de 1000 obreros, más de 3000 heridos graves. Si hubo, entonces, error y falta de solidaridad en ese conflicto, no se les puede achacar al C.E. porque este no es responsable de eso.

Volviendo al asunto de la Carta Abierta de la Internacional Comunista quiero hacer notar, además, que la Internacional Comunista aconseja a nuestro Partido, precisamente lo que nosotros, en nuestro informe, dirigido a Moscú, decíamos, que debía hacerse. Subrayamos y ahora se nos subraya por la Internacional Comunista, que debíamos organizar a las masas, pero no es ese el problema, el problema es poder organizarlas, hallar los medios para hacerlo.

Se nos envió un representante de la Internacional Sindical Roja, pero que no traía credencial para actuar políticamente. Discutimos con este compañero, todo lo referente a organización y el mismo reconocía que las dificultades más grandes eran las de origen monetario, pero que debíamos encontrar los medios en nuestro propio ambiente. Nosotros necesitábamos ayuda, precisamente para hacer las primeras organizaciones y que cuando las tuviésemos, la ayuda nos resultaría innecesaria. Estábamos, pues, dentro de un círculo vicioso...

Más adelante, en la Carta Abierta de la Internacional Comunista, se nos recomienda que debemos tratar de establecer estrecha ligazón y alianza entre los obreros de la ciudad y del campo. Quiero dejar establecido que eso mismo lo habíamos establecido nosotros en nuestros informes. En las mismas instrucciones que recibió Mahecha de mi parte, le declaraba lo mismo: unión de los obreros y campesinos.

Manifestamos nuestro acuerdo respecto a las consignas que se han dado en la Carta Abierta de la Internacional Comunista, para ganar a las masas y dirigir el movimiento de las mismas, pero siempre que se habla de Colombia, hay que tener presente la falta de organización de nuestro proletariado y de las masas obreras del campo y de las grandes empresas imperialistas.

Se ha dicho que la dirección de Bogotá llegó hasta el gobierno para pedirle su mediación para arreglar el conflicto de la zona bananera y se nos reprocha eso. Es cierto que una vez estuvimos en el ministerio del Interior, pero eso fue a pedido del mismo, que nos transmitió un compañero. Fuimos engañados en este caso. Pero de nuestra parte, no hubo el propósito de entregar el conflicto al gobierno, sino de exigir garantías para los compañeros que eran masacradas en la zona bananera.

Permítanme los compañeros que hable de nuestra alianza con los liberales. La carta abierta de la Internacional Comunista trata, también, este asunto: me refiero a las críticas que se nos hacen respecto del frente único con las fuerzas liberales. Sería necesario que explicara todo su proceso el compañero delegado de la Internacional Sindical Roja en Colombia, porque él fue quien lo propuso y lo dirigió. Es necesario ‑ dijo en esa oportunidad el compañero Austine ‑, que establezcamos el frente único con las fuerzas de la pequeña burguesía y los liberales, y a proposición del mismo, tuvimos conversaciones con la minoría liberal de la Cámara de Representantes, con la de Senadores y también con algunos representantes de la prensa liberal. Bajo la dirección del camarada Austine, se planteó el frente único; se realizó y resultó lo que preveíamos: que los liberales, en el momento decisivo, traicionarían el movimiento. Entonces se rompió con los liberales y se lanzó un manifiesto dirigido al proletariado, en el que se hacían consideraciones referentes a las traiciones de la burguesía liberal. Ese manifiesto no ha llegado a la Internacional Comunista.

Algunos de los intelectuales que formaban parte de nuestro Partido se aliaron a la burguesía liberal y a otros los expulsamos de nuestras filas. Que a este respecto, dé su opinión, también, el compañero Austine, porque si hemos cometida el error oportunista de que se nos acusa, fue por indicación de él.

¿Qué tareas establece el compañero Luis, para nuestro Partido? Organizar, romper con los liberales, pero habría que presentar los siguientes reparos: establecer la táctica es fácil, cuando se resuelve teóricamente, pero lo extremadamente difícil es llevarla a la práctica. Más tarde, agrega, que sin organizaciones, no hay posibilidad de triunfo de la revolución. Estamos completamente de acuerdo; pero cuando se contempla la política general del país, no hay que olvidar que el nuestro, por la falta de ideología y por su estructura misma, no es un partido comunista. Que solamente tenemos una gran influencia sobre las masas y esa influencia la podemos perder, si los liberales llegan a declarar su revolución, porque seguramente las masas se irán con ellos. Hay que tener conocimiento de todas estas cuestiones, que no se resuelven con la teoría, sino con el aporte de la experiencia.

Mahecha (Colombia). ‑ ¡La experiencia con que cuenta el compañero Prieto, no es mucha, pues es solamente fruto de un año de estadía en el país!

Prieto (Colombia). ‑ Efectivamente; estuve ausente de Colombia durante tres años. Debemos tener presente que el liberalismo es una fuerza efectiva, todavía, en el país. Empecé mi intervención en este debate, manifestando que la penetración del imperialismo explicaba muchos aspectos de la política interior de Colombia. El compañero Codovilla, en su informe sobre el primer punto del orden del día, habló sobre los resultados de la Conferencia Naval de Washington, donde se convino entre los imperialismos yanqui, inglés y japonés, la proporción de su tonelaje de guerra. Estados Unidos e Inglaterra tendrían flota como 5, mientras que Japón tendría, con relación a las potencias anteriormente citadas, solamente como 3. Pero, compañeros, la cuestión es que Estados Unidos tiene repartida su flota en los dos Océanos, mientras que Japón la tiene concentrada solamente en el Pacifico. De aquí se puede deducir que Estados Unidos necesita a toda fuerza apoderarse de la región de tierra que, en el camino que debe recorrer la flota para reunirse, le puede servir en caso de guerra para aprovisionarse de combustible. Justamente, la región de Urabá es riquísima en petróleo y es la que queda más próxima al Canal de Panamá, sitio de tránsito obligado para la marina americana, cuando se resuelva el problema del Pacifico. De allí deriva la lucha desenfrenada por el territorio colombiano. Recurren a todos los métodos, desde la compra de gobiernos que no responden a sus pretensiones o se intenta derribarlos por medio de golpes militares. Los compañeros nuestros que tienen una influencia real sobre las masas obreras y campesinas, han recibido en más de una ocasión, propuestas en dinero de parte del imperialismo yanqui para fomentar una revolución que sería apoyada por Estados Unidos, pero con la condición de pasar todos los yacimientos petrolíferos del país, a manos de Wall Street, como lo puede declarar el mismo camarada Mahecha. Esa misma propuesta se les ha hecho a los liberales. Si esa revolución estalla dentro de breve tiempo, ¿qué posición debemos adoptar nosotros, comunistas? ¿Dejaremos perder nuestra influencia sobre la masa de la ciudad y del campo? ¿Como hacer para conservarla bajo nuestra dirección? Creo que con esto basta para explicar el motivo de mi intervención en este debate, y si me he referido a la acción de algún compañero, lo he hecho al solo objeto de dejar las cosas en su lugar. No importa, pues, que pasemos ante muchos compañeros, como poco o nada simpáticos, si con nuestra intervención hemos contribuido modestamente a fijar posiciones y a aclarar acontecimientos. Nada más, compañeros.

Mahecha (Colombia). ‑ Compañeros: Voy a intervenir en el debate para precisar algunos puntos sobre la cuestión colombiana y para suministrar varias informaciones que creo necesarias. Es posible que mi intervención sea un tanto desordenada.

Ustedes notarán que yo no traigo papeles, porque los soldados no traemos papeles nunca; mientras los otros discuten, nosotros accionamos.

Creo conveniente hacer un poco de historia sobre el movimiento colombiano para hacer conocer el cambio operado en mi ideología ‑ que es en gran parte el proceso que se ha operado en la ideología de la masa trabajadora de Colombia ‑, que de socialista cristiano, fui transformándome, poco a poco, hasta asimilar la ideología comunista. Muchos de los líderes actuales del Partido ‑ yo, en primer lugar ‑ fuimos antes "católicos, apostólicos, romanos"; es decir, salimos del movimiento obrero católico.

El movimiento obrero en Colombia, según mis recuerdos, se remonta a los años 1911‑12, fecha en que estalló la primera huelga en una compañía británica, la cual pagaba a los obreros 0,40 pesos diarios, por jornadas interminables. Y en esa primera huelga, a pesar de nuestra filiación "católica, apostólica, romana", y el repudio de esta por la violencia, aquel movimiento se resolvía a "chingazos". ¡Es que no hay otro medio, cuando se lucha contra empresas extranjeras y la propia burguesía nacional, ambas sordas a las más elementales peticiones de la clase trabajadora.

Nosotros pedíamos que se aumentaran los salarios a $ 1.00; la compañía se negó; hicimos una manifestación, tumbamos todas las maquinas, aquello se volvió la de los mil demonios, y una vez en el baile todos tuvimos que bailar, y hasta el mismo cura que dirigía la organización, anduvo a machetazo limpio!... Metimos "candela" a la estación, se confiscó la plata de la empresa y se repartió entre los huelguistas. La empresa hizo presión sobre el gobierno; se encarcelaron a varios huelguistas y otros quedamos libres y continuamos la huelga hasta derrotar a la compañía. Debo decir a los compañeros, que las huelgas en esta zona son "contagiosas". Apenas se produce una en un departamento, al poco tiempo ya se inicia otra en un lugar cercano o distante. Es que las condiciones de vida de los trabajadores son muy malas, y basta que alguien organice y dirija a los obreros, para que estos se dispongan a la lucha.

En 1914 se produjo otra huelga en Neiva. Los trabajadores del transporte del Magdalena se negaron a transportar los frutos si no se mejoraban las condiciones de trabajo y después vinieron una serie más de huelgas, pero el gobierno reprimió brutalmente, matando a mucha gente en esos movimientos, lo que trajo como consecuencia otras huelgas de protesta y nuevas represiones y eso hizo abrir los ojos a los trabajadores, los que comprendieron que solamente con la acción revolucionaria podían obtener mejoras en su vida. Entonces, ya no éramos socialistas "católicos, apostólicos, romanos" sino ¡solamente socialistas, a secas!

El sistema mutualista que creó el cura servía únicamente para las "vírgenes". Los obreros comprendían que era necesaria la acción directa y continuaron haciendo huelgas, desoyendo los consejos de los curas. Así sucedió con la huelga de Barranca Bermeja, en 1924. Se presentó un pliego de condiciones donde se pedían mejores alimentos, asistencia médica, et., etc., y ante el silencio del capitalismo, se declaró la huelga que duro seis días. En su apoyo se levantó toda la región de Rio Negro. El gobierno, temeroso de que esa huelga se transformara en insurrección, no quiso apoyar la lucha contra los obreros; negó las fuerzas armadas a la compañía y le "aconsejo" que aceptara el pliego presentado por los obreros. ¡Es que el gobierno vio que había más de 25.000 trabajadores que apoyaban la huelga! En 1926 estalla otra huelga en esa región. La compañía y el gobierno, con el propósito de romper el movimiento, ofrecieron darles 200.000 dólares a los dirigentes de la huelga. Ofrecían cualquier suma con tal de acabar con el movimiento socialista, pero no consiguieron su objeto. Les contestamos que si no cedían a nuestras peticiones, les metíamos "candela" a los depósitos de petróleo. Entonces, ante esta amenaza, y viendo que la situación empeoraba, aceptaron nuestras reclamaciones, que luego no cumplieron. En 1927, estalla otra huelga para que se cumplieran los pliegos de peticiones firmados. Llamamos a la solidaridad de los obreros de Magdalena que suman en total 270.000. El gobierno mando 2000 hombres a Girardot para masacrar a los obreros en huelga, pero ¡los compañeros marítimos se negaron a embarcarlos! Se los rodeo a esos 2000 hombres de manera que no podían ir ni para atrás ni para adelante. Vinieron 3000 hombres de Bogotá y los compañeros no les dieron buques; mandaron las fuerzas de Medellín y los compañeros, solidarios con nosotros, les respondieron que no había trenes para transportar a los masacradores. El gobierno, en vista de la situación y teniendo en cuenta que no dejábamos salir los alimentos de la región, declaró el estado de sitio, buscando introducir sus tropas sin la ayuda de los buques ni los ferrocarriles. En parte, obtuvieron su objetivo. El general Voicolesco, que no tenía más que 60 hombres, los emborrachó bien y luego los envió de sorpresa contra nosotros. Estábamos en manifestación cuando cayó sobre nosotros la policía borracha y comenzó a los tiros sin que tuviéramos tiempo para reaccionar, y nos produjeron más de treinta heridos graves. Luego, vinieron los refuerzos de Medellín e balsas y un nuevo tiroteo en el cual las fuerzas de policía y el ejército no se llevaron la mejor parte. Luego que la compañía se había asegurado el apoyo de los oficiales, busco captarse la simpatía de los soldados por medio de banquetes. La huelga terminó con muy pocas ventajas para los obreros, pero la compañía perdió durante ese tiempo, 80 millones de dólares que se les "evaporaron".

Compañeros: ¿por qué he creído necesario hacer esta historia del movimiento obrero y revolucionario de Colombia? Sencillamente: porque aquí hay compañeros que han afirmado que nuestro movimiento no tiene tradición de organización. ¿Es que las huelgas se han realizado así no más, con la bendición de Dios? No, compañeros. Antes de cada huelga hemos trabajado por la organización, y recién cuando habíamos organizado a los trabajadores ‑ y disponíamos también de medios financieros ‑, nos lanzamos a la lucha. Es falso, entonces, decir que los obreros colombianos no quieren organizarse. Es posible que eso suceda en Bogotá, donde no hay grandes masas de obreros, pero no en otras regiones, y especialmente en el Valle del Cauca, donde hay grandes concentraciones obreras. Lo cierto es que existe desconfianza entre los trabajadores, contra ciertos vividores del movimiento obrero. Y de esas hay muchos en Colombia, y especialmente en Bogotá.

En Bogotá, tenemos organizaciones reducidas y se explica si se tiene en cuenta que hay dos o tres camarillas de provocadores que se dicen revolucionarios, pero no dejan a nadie con el pellejo vivo, y además, viven del engaño y del chantaje. El grupo de Dios Romero y de Valencia, es uno de ellos. En Bogotá no se les tiene ninguna confianza. Cuando estábamos en Bogotá, ellos nos denunciaban a la policía, pero no todos los trabajadores los conocen bien y por eso pueden todavía sembrar cierta confusión.

En Colombia hay muchos sindicatos, si bien su forma de organización es deficiente, pero los hay. En lo que se refiere a las cotizaciones, es cierto que existe una cierta resistencia a pagarlas, pero no así cuando se trata de fondos de huelga. El obrero permite que el patrón le robe, pero se descuida de pagar al sindicato.

En el movimiento revolucionario colombiano han habido muchos pillos que se decían anarquistas y que vivían a costa del sindicato. Muchos de esos eran extranjeros y por eso los trabajadores les tienen mucha desconfianza a los que no son de su país. Yo también ‑ que soy un indio de pura cepa ‑ tuve grandes dificultades que vencer para hacer la propaganda entre los trabajadores de la zona bananera. Para introducirme en la región cafetera tuve que ingeniarme y conquistarme la confianza de los obreros, contándoles primero cuentas de hadas ‑ los cuales les gustan mucho ‑, pero a través de esos cuentos les explicaba la situación en que vivían y los incitaba a la huelga. Ya los había organizado y estaba por estallar la huelga, cuando llegó el caudillo de ellos ‑  un tal Bermúdez ‑, y les dijo que yo era un vividor. Los obreros, entonces, me dieron una paliza de los mil demonios y me expulsaron de la hacienda. Me fui a otro pueblo haciendo el mismo trabajo que en el que acababa de visitar. Hacía este trabajo porque el pueblo es muy supersticioso y cree más en los cuentos de hadas que en otra cosa. Era tan efectivo mi trabajo, que al poco tiempo de haberlo comenzado, y a pesar de los accidentes señalados, pude organizar a 18.000 trabajadores que iban a declararse en huelga. Luego vino un compañero con el cual les explicamos la situación de explotación y de miseria en que vivían y así pudimos llevarlos a la huelga. Comenzó el movimiento con 15.000 trabajadores; el momento era propicio porque se trataba de la época de la cosecha. Estábamos en esto cuando llegó un senador amigo de la Empresa y empezó a reclutar crumiros[2], mejor dicho, a proyectar reclutarlos porque nadie quiso traicionar a los obreros en huelga y devolvimos el senador a Bogotá y la huelga se ganó. Me olvidaba decir que los compañeros estaban dispuestos a darles una tanda de palos, tanto al senador como a los jefes de la empresa y hasta pedían que le metiéramos "candela" a toda la empresa si el asunto no se arreglaba y conseguíamos el triunfo.

Las masas trabajadoras de Colombia son muy combativas y ellas han seguido siempre a los hombres y al partido que les ha llevado a la lucha. En esta forma fue adquiriendo influencia el socialismo. Las masas de Colombia que hasta hace poco seguían a los liberales, gracias a nuestra actividad y propaganda, las hemos ganado para el socialismo revolucionario. Los liberales hacían mucha demagogia, pero nosotros les hemos demostrado a las masas obreras que los liberales eran también burgueses, que se enriquecían, a costa del trabajador. Les decíamos a los trabajadores que mientras ellos tenían automóviles para pasar, los trabajadores no tenían ni zapatos que ponerse ni cómo vestirse. En una palabra, les hablábamos claro a los trabajadores y cuando empezamos a agitar la consigna de la tierra a los campesinos y las fabricas para los obreros, aquello fue el acabose; los trabajadores abandonaban a los liberales e iban al Partido Socialista Revolucionario. Los liberales se han quedado sin masas; ahora dicen que son socialistas pero nadie les cree, porque en Colombia los ricos son los liberales.

Hoy podemos afirmar que las masas trabajadoras están con los comunistas pero, desgraciadamente, no tenemos hombres ni un Partido apto para conducirlos a la lucha y al triunfo.

Contreras (Argentina). ‑ Sería conveniente que el compañero Mahecha nos mencionara las experiencias de la huelga bananera.

Mahecha (Colombia). ‑ A eso voy, compañero. Tengo interés en referirme a este asunto que es el más importante, no ya solamente para el movimiento obrero de Colombia sino que también para el América latina. Hablaré, pues, sobre la huelga en la zona bananera propiedad de la "United Fruit Company".

Se trata de un movimiento llevado a cabo por compañeros organizados ‑ ¡entiéndalo bien, compañero Prieto! ‑, pero mientras los obreros de las plantaciones eran disciplinados y estaban todos organizados ‑ aunque es evidente que no en la forma que todos lo deseamos ‑, los dirigentes intelectuales de Bogotá, que aparecían como los directores del Partido, pero que en realidad nada hicieron para llevarse ese honor, estaban completamente desunidos y habían constituido grupos, cada uno de los cuales luchaban contra el más cercano. Me refiero a la lucha por la dirección del Partido entablada entre el C.E. y los del C.C.C.C. Es verdad la afirmación de que Tomás Uribe Márquez ‑ el "pontífice máximo" del Partido ‑ constituyó el C.E. y luego enviaba notas a los compañeros de la zona bananera para que desobedecieran las instrucciones; pero es verdad, también, que fue por indicación del mismo compañero Tomás Uribe que fui a la zona bananera para preparar la huelga, dividiendo el trabajo de dirección con el camarada Castrillón. Y aquí hago un paréntesis para decirles a los compañeros de Bogotá que a los obreros no se los organiza desde los escritorios de Bogotá sino que es necesario estar cerca, unidos, vivir con las masas obreras. Y eso mismo es lo que hice yo. Cuando llegué a esos lugares y comencé la penetración entre la masa de trabajadores, como estos son sumamente desconfiadas, a causa de las innumerables traiciones que han sufrido por elementos que se decían dirigentes obreros, fui expulsado por los mismos trabajadores de más de una hacienda, pero, pese a todos estos contratiempos, que hubieran desanimado a quien no se halla acostumbrado a tales tropiezos e incomprensiones, proseguí mi lucha, hasta que los compañeros comenzaron a demostrar fe en nuestra propaganda. Es conveniente informar a los campaneros, que el trabajador colombiano está cansado ya de discursos largos y floridos, y que espera solamente la hora en que se le indique tomar las armas para lanzarse contra el enemigo. Para esto hay que tomar en consideración que el colombiano está saturado del espíritu latino, lo que hace que cada militante obrero sea un hombre violento, y que no resuelve las cuestiones con teorías, sino a machetazos o a sablazos.

Por eso no se extrañen los compañeros si les digo que en más de una hacienda he sido despachado con cincuenta azotes en mis nalgas, por ir a predicar nuestros ideales. Se necesita mucha astucia y mucho conocimiento de la psicología del nativo colombiano para arrastrarlo tras nuestras ideas, y valerse, como he dicho, de cuentos de "aparecidos" o de "hadas" ya que es tan supersticioso, para, de cuando en cuando, resbalarle dos o tres palabras "venenosas", como ellos llaman a nuestras ideas.

La zona en que trabajamos y que más tarde se convirtió en campo de batalla, tiene tierras de 80 leguas de largo y es propiedad de la "United Fruit Company", que exporta semanalmente la cantidad de medio millón de racimos de bananas. Comencé mi trabajo de organización por medio de listas de compañeros que más tarde formaban el sindicato, el cual demandaría luego a la empresa americana, las reivindicaciones. En pocas semanas, llegamos a organizar a 32.146 trabajadores. Comuniqué la noticia al compañero Castrillón y cuando este camarada vino, nos repartimos la dirección de la organización, partiendo el campo de la Compañía, en dos partes iguales. Contemporáneamente, comenzamos a preparar espiritualmente a los trabajadores, valiéndonos del periódico "Vanguardia Obrera" que editábamos por medio de una imprenta volante de mi propiedad ‑ que antes me proporcionaba los medios de vida ‑, y luego de la huelga, fue destruida por las fuerzas contrarrevolucionaria, y destrozada lo mismo que todos los muebles.

En esa fecha, compañeros, contábamos ya con sesenta camaradas ya probados en la lucha y que serían los dirigentes parciales de todo el movimiento. Algunos otros compañeros, se presentaron espontáneamente en la zona, para colaborar en nuestra tarea. Para tener una idea de cómo nosotros pudimos, en el momento de la declaración de la huelga, sostener a tantos obreros de las plantaciones, con semejante organización y hasta superior al mismo ejército colombiano, deberá tenerse en cuenta que para el nativo colombiano es sencillo disciplinarse para el combate, porque ya he dicho, se trata de trabajadores violentos y con espíritu de sacrificio. No hay tampoco que descontar un factor importante: el colombiano, como casi todos los campesinos analfabetos o semianalfabetos, en la América latina, sigue al caudillo que le es más simpático, y en este caso nos tocó a nosotros ponernos ‑ después de amplia propaganda ‑ al frente de este verdadero ejército, cuyo espíritu de lucha era todavía más fuerte por ser entusiasta y más que todo, consciente de los fines que perseguía. Una vez redactado y aprobado por los obreros el pliego de peticiones que se debía presentar a la "United Fruit Company", nos preparamos para una lucha encarnizada, ya que sabíamos de antemano que la huelga no se resolvería pacíficamente, sino que habrían combates rudos para vencer o perder el movimiento. Así fue que inmediatamente de saber la resolución de la empresa imperialista desechando nuestro pedido de mejoras, se comenzó por enviar una comisión de compañeros hasta el puerto de Barranquillo, para que averiguaran cuantos barcos había en el puerto, los que ascendieron a la suma de ciento cuarenta, para pedirles a los compañeros marítimos la solidaridad en la huelga. Me tocó a mí personalmente formar parte de esa delegación. Como no disponíamos de tiempo suficiente, tuvimos que utilizar un hidroavión. Luego de interiorizarlos de la primera parte de nuestro plan, tratamos de ganarnos el apoyo de esos trabajadores, los cuales desde el primer momento, se declararon dispuestos a dar la más absoluta solidaridad a los compañeros huelguistas de la zona bananera, y nos dijeron que esperaban nuestro llamado, para ponerse en movimiento y engrosar nuestro ejército. Luego de eso, organizamos el trabajo entre la tropa apostada en esa ciudad, a objeto de conseguir que fraternizaran con los huelguistas y conseguimos, compañeros, el más franco éxito.

Como ven los camaradas, el movimiento no se improvisó sino que fue el fruto de un trabajo de agitación y de organización, y cuando emprendimos la lucha, estaban tendidas todas las líneas, tanto de ataque como de defensa. Después de cumplir con esta tarea, me dirigí a Cartagena, donde se encontraban quince compañeros capaces de dirigir el movimiento local, a cuyo frente estaba un intelectual sincero y bueno para toda lucha. Mi intención era comunicar a esos compañeros mis planes de ataque, que, en dos palabras, se puede resumir: se trataba de iniciar el movimiento en la zona; tomar tres departamentos del Estado de Colombia, para luego proseguir el ataque hacia la capital: Bogotá. Este proyecto fue compartido por los compañeros de Cartagena.

Aunque un poco desordenada mi exposición, es necesario entrar en algunos detalles para aclarar todos los acontecimientos anteriores y posteriores al estallido de la huelga, porque los considero importantes para fijar nuestra táctica general en los países de situación semejante al de Colombia. Como dato interesante para que se comprenda como en la lucha contra el imperialismo se pueden encontrar aliados en categorías sociales no proletarias, diré que el pequeño comercio, que sufre igual que los obreros y campesinos la penetración del imperialismo, en todo momento manifestó su adhesión al movimiento y contribuyo financieramente para el éxito de la huelga.

A pesar de la buena organización y la preparación positiva del movimiento, y también, a pesar de la situación financiera ‑ habíamos recolectado 40.000 dólares entre los obreros ‑, tanto la empresa como los obreros, no creyeron en la potencialidad de nuestra organización.

El general que comandaba los ejércitos de la zona, decía a las autoridades y a los capitalistas de la empresa: "qué van a hacer los obreros con la huelga ¡si no tienen el dinero necesario para sostenerla!" El "buen hombre" creía que nosotros estábamos durmiendo... En cambio, nosotros sabíamos que en esos días debían llegar algunos cargamentos de comestibles ‑ especialmente pescado ‑, y nos proponíamos "desviarlo" para nuestro campamento, y así asegurar los víveres para varios días.

La zona de huelga fue dividida en 60 distritos, a la cabeza de las cuales había comités de huelga, los que tenían suplentes listos para reemplazar a los que cayeran en caso de reacción o encarcelamiento. Como teníamos noticias de que el gobierno se preparaba para masacrarnos, el 15 de noviembre, hicimos una reunión general de todos los comités de huelga y allí repartimos machetes, revólveres y otras armas. De esta manera quedaron armados mil compañeros trabajadores. De todo eso yo informé inmediatamente a la dirección del Partido en Bogotá, agregando que desde ese momento se había decretado el paro general. Estuve a la cabeza de la huelga mientras otros compañeros se encargaron de infiltrarse en el ejército para hacer propaganda y conseguir que los soldados fraternizaran con nosotros. Comuniqué al C.E. que todo estaba preparado y que había 32.000 hombres en huelga, que esperaba las órdenes para extender el movimiento, ya que el plan estaba arreglado: en Cartagena y Barranquilla nos apoderaríamos de los barcos, etc. Mandé esta carta en hidroavión. Estallo la huelga el 12 de noviembre a las 5 de la mañana; se nombró el comité de huelga. Apenas declarada la huelga, se entró en los cuarteles y se les pidió a los soldados que entregaran las armas: ametralladoras cañones, etc., porque en caso contrario, no quedaba nadie vivo. Un poco por nuestra propaganda, y otro poco por el pánico de nuestra invasión, el hecho es que los soldados se declararon en favor nuestro y dispuestos a entregarnos las armas. Esa situación asusto al comandante de la zona y a la empresa yanqui, los cuales vieron que la huelga tomaba un carácter revolucionario, al ver como los huelguistas se mantenían dentro de la disciplina militar. Informaron al gobierno que se trataba de un movimiento dirigido por jefes del ejército ruso... compañeros: ¡el más blanco de los dirigentes de la huelga, era yo! ¡Cómo para que se dijera que eran rusos los dirigentes!

Ese día las mujeres que vieron llegar el general Cortez Vargas, lo agarraron y le obligaron a jurar sobre la bandera roja que no mandaría los soldados contra los huelguistas, y el, lleno de miedo, prometió que no mataría a nadie. Efectivamente, se soltaron los presos y todo hacía pensar que la empresa arreglaría el conflicto, pero era solamente una tregua. La "United Fruit", con el objeto de animar a los oficiales, les dio banquetes y les regaló objetos y dinero, para incitarlos a la masacre de obreros en huelga. Mientras tanto, supimos el día 29, que el gobierno había concentrado tropas en los platanales, listas para lanzarlas contra nosotros. ¡Allá fuimos a millares! Los compañeros habían ya trabajado a las tropas y los 900 soldados que estaban apostados, fraternizaron con nosotros, y nos prometieron entregar las armas y se comprometían, también, a fusilar a los jefes en cuanto lo creyéramos necesario. En ese momento, comuniqué al C.E. que todo estaba preparado. Compañeros: los soldados gritaban: "¡Viva la Revolución Social!"

Así estaban las cosas y nosotros esperando la resolución del C.E. para iniciar el movimiento insurreccional. Todo estaba listo para la acción. Los obreros, los campesinos y los soldados, estaban en plena fraternización. Bastaba una orden nuestra para que tomasen todos los edificios públicos de la zona. En fin, compañeros, estaba todo como para un incendio de los mil demonios... Pero de Bogotá no llegaba nada. Una carta llego en que el compañero Prieto decía que "no fuera a confundir la huelga con la insurrección". Claro que yo no confundía la huelga con la revolución, pero ¿qué demonios se esperaba para la insurrección?

Volviendo al asunto, les diré que batallón que venía a la zona, era batallón que conquistábamos. Un día llegó el batallón que se llamaba "Regimiento Bolívar". Estos tampoco querían hacer guardia. El comandante de la zona, telegrafía al gobierno diciendo que los soldados estaban con los huelguistas. El gobierno mando 300 policías de Barranquilla. Los compañeros y compañeras fueron a esperarlos y les llenaron los ojos de ajíes. Los policías pidieron perdón y volvieron a Barranquilla.

El gobernador, frente a esta situación, llamo al gerente de la "United Fruit" y le dijo que arreglara el asunto; que él no podía garantizar el orden. Creímos que esto se iba a arreglar, pero no fue así. La "United Fruit" mando cables a Estados Unidos, pidiendo la intervención yanqui. Frente a esta situación, no había otro camino que la insurrección. Todo estaba preparado para eso. Todo estaba a nuestro favor.

En Cartagena se podía dar el golpe en cualquier momento. En Barranquilla no hacía falta pelear, porque los policías estaban de nuestra parte. En fin, estábamos listos para entrar en acción. Esperábamos solamente la orden de Bogotá, que no llegaba nunca. Nosotros éramos disciplinados y no dimos el golpe allí porque creíamos que era necesaria la insurrección en todo el país. Avisamos de nuevo a Bogotá para que se ordenara la revolución, y firmamos la nota diez compañeros del comité conspirador. Los obreros estaban impacientes por la insurrección pero nosotros esperábamos la nota respuesta. .Y así pasaron los días, compañeros.

El comandante de la zona le comunicó al gobierno que no podía salir de la zona porque en realidad era prisionero nuestro. Le contesta el gobierno que si no se declaraba el estado de sitio y no reprimía la insurrección con energía, los Estados Unidos enviarían sus tropas y quedaría mal parado el ejército nacional. El día 5 de diciembre de 1928, se tuvo conocimiento en la ciudad de Ciénaga, que el gobierno nacional, de acuerdo con la poderosa empresa imperialista, suspendería las garantías constitucionales, declarando un estado de sitio a todo el departamento de Magdalena. En efecto, en las primeras horas del día 6, a la una y catorce de la madrugada, el gobierno, después de dar a publicidad en las ciudades de Santa María y Ciénaga el decreto de estado de sitio, dirigía una masa de soldados de los cuarteles de la ciudad de Ciénaga, en número de 300 hombres, en dirección a la estación ferroviaria de dicha ciudad, perfectamente equipados y con ametralladoras. Nosotros no le dimos importancia al asunto, porque creíamos que eran soldados de los que habían prometido fraternizar con nosotros. En cambio, se trataba de soldados antioqueños, a los cuales no había llegado todavía nuestra propaganda. Pero eso se supo después. Era la una y veinte minutos de la madrugada del día 6, cuando la masa de soldados, saliendo por 6 calles, se presentó frente a las masas huelguistas, que en número de 4.000 estaba estacionada en la playa de carros de la estación ferroviaria. El general Carlos Cortes Vargas, jefe civil y militar de estas fuerzas y de la plaza, ordenó se diera un toque de corneta para que se retiraran los huelguistas. No había terminado el toque de clarín, cuando un ¡viva a la huelga! fue la contestación de las masas compuestas de huelguistas; simultáneamente se oye e otro toque y se ve a los soldados, por orden de su jefe Cortes Vargas, preparar sus armas y enfilar sus ametralladoras contra los trabajadores; estos no se intimidan; antes, por el contrario, contestan con un estruendoso ¡viva a la huelga! ¡Abajo los traidores y el imperialismo yanqui! Un último toque de corneta y nuevo grito de los obreros huelguistas de viva a la huelga, es acallado por una descarga a quemarropa de 300 soldados, y por el funcionamiento de las ametralladoras contra los huelguistas. Más de 600 compañeros nuestros quedaron tendidos, de los cuales, más de 200 muertos. Comprendimos, entonces, que había empezado la reacción y nos aprestamos a la defensa. Reunimos unos 12.000 hombres de nuestra gente y nos armamos con sus equipos. En Rio Hueco nos encontramos con un batallón contrario, que nos recibió con un tiroteo, al cual contestamos, ganándose la batalla.

Al amanecer del memorable día 6 de diciembre, los obreros huelguistas que se salvaron del asesinato de Ciénaga y tomaban la vía de la zona bananera hacia el Reten, fueron perseguidos por más de 600 soldados. De aquí que se libraran pequeños combates en las poblaciones de Rio Frio, Ortiguera, y se entablara una batalla de varios millares de huelguistas en la población de Sevilla y estación general de la compañía por sus grandes almacenes y dependencias. Combate que principio a las 10  y media de la mañana entre las fuerzas del gobierno y la policía departamental como también de todos los empleados norteamericanos al servicio de la compañía, que sumaban más de 700 hombres perfectamente armados y atrincherados en las casas de cemento armado de la compañía. En esta lucha desesperada y pavorosa, en la que los huelguistas estaban escasas de armas, pues solo contaban con 107 rifles "Bras" y unas 100 escopetas pésimamente municionadas, y algunos centenares de machetes y algunos útiles de trabajo, la carnicería sumo más de 340 heridos, la mayor parte leves, y 15 muertos, entre ellos el famoso líder socialista revolucionario Erasmo Coronel. Esta batalla terminó a las cinco y media de la tarde, por verse las masas huelguistas combatientes, cortadas por sus dos flancos y batidas por más de 300 soldados de refuerzo, que llegaron de Aracataca. El gobierno perdió cerca de 100 hombres, entre soldados, policías y oficiales, los que en su mayoría fueron sepultados entre los platanales durante la noche del día 6, al amanecer del día 7. De nuestra parte, no dejamos nada sin destruir, y le metimos "candela" a todo lo que se presentaba a nuestra vista. La lucha fue cruel. Este es, compañeros, el balance trágico de la huelga bananera: 1.004 muertos, entre hombres, mujeres y niños; 3.068 heridos, más de 500 compañeros encarcelados y centenares de camaradas sentenciados a muchos años de cárcel.

Es así como el gobierno reaccionario de Colombia, para satisfacer los intereses de una compañía extranjera, ha hecho asesinar a los trabajadores nativos que exigen condiciones de vida y de trabajo más humanas en ese infierno que son los platanales.

Este balance trágico de la huelga bananera, fue debido a la falta de decisión de los compañeros de Bogotá. No nos dieron solidaridad para la huelga ni orden para hacer la revolución. No interesa si la culpa es del C.C.C.C., o del C.E.; el hecho es que se nos dejó sin ayuda.

El Secretariado Sudamericano y la Internacional Comunista deben intervenir en las cosas de nuestro Partido y poner un poco de orden. Necesitamos que se nos ayude. La situación de Colombia sigue siendo revolucionaria; los obreros se preparan para la lucha y pronto tendremos otros "chichoneras". Esperamos que esta vez, mandemos a los mil demonios a los yanquis, a los godos[3] y a los liberales.

Matayana (Colombia). ‑ Compañeros: Creo que la Conferencia debe estudiar atentamente la situación del Partido Socialista Revolucionario de Colombia y darle directivas para su trabajo futuro. No repetiré la historia de nuestro Partido, que ya es conocida por los compañeros delegados. Diré solamente que con motivo de la huelga bananera de Barranca Bermeja, en la que se movieron más de 25.000 obreros, se resolvió convocar un Congreso, al que concurrieron todos los elementos revolucionarios. En ese Congreso se resolvió dar al Partido, el nombre de Partido Socialista Revolucionario. No se le dio el nombre de Partido Comunista, porque este nombre asustaría a las masas y traería la inmediata represión del gobierno. En este Congreso se nombró el Comité Central Ejecutivo y se resolvió la adhesión a la Internacional Comunista. Veamos el resultado del paso dado por el Partido Socialista Revolucionario de Colombia. El gobierno y el clero, contestaron el nacimiento del Partido, mediante una ley que suprime el derecho de prensa, de reunión, etc., etc. Comparados con Colombia, en Perú y en Ecuador, hay libertad excesiva.

Los camaradas de la Internacional Comunista, a pesar de nuestra adhesión, no nos han prestado a nosotros ningún apoyo. Se dijo ya, por parte del compañero Prieto, y esa es la verdad. El apoyo que nos dio el camarada Austine, que estaba allá cuando en el parlamento se discutía la "Ley Heroica" fue el de invitar al Partido a oponerse a ella. El compañero Austine intervino también, para hacer una especie de frente único con los liberales, y si ese fue un error, de eso no se nos puede culpar a nosotros. Se acusa a la dirección de haber sido floja en la huelga bananera, pero no se sabe cuál era el rol del C.E. En el mes de julio del año pasado, se reunió la Asamblea Plenaria que es la más alta autoridad del Partido y la más autorizada, que celebró el Partido Socialista Revolucionario. La Asamblea resolvió organizar el Partido, revolucionaria y militarmente. Se creó la dirección para los asuntos políticos: Comité Ejecutivo, y la dirección que correspondía a la organización militar: el Comité Central Celular. Aquí se ha dicho que el C.E. era decorativo; sin embargo, obró en todo lo que le fue posible. El C.C.C.C. obró en todo lo que le correspondía: preparar la revolución. La Asamblea resolvió preparar la revolución y decretarla para el momento más oportuno. Se resolvió armar al Partido, y en gran parte, eso se hizo. El asunto del armamiento fue descubierto y muchos de los mejores compañeros están presos.

Hay otro asunto sobre el cual el compañero Luis hace un cargo: la alianza liberal-comunista. Esto no es exacto y es necesario que se pruebe en que consiste esa alianza. El C.C.C.C. está organizado sobre un triunvirato en el que intervenía un liberal que manifiesta simpatizar con el socialismo revolucionario, pero no existe una alianza permanente con los liberales.

El compañero Mahecha ha denunciado que los petroleros americanos han ofrecido dinero para hacer la "revolución", siempre que se les reserve el petróleo a ellos. Es necesario que la Conferencia haga conocer su opinión sobre este asunto, pues es de trascendental importancia. Hay que tener en cuenta que el ofrecimiento fue hecho también a los liberales. La cuestión, entonces, es esta: o hacemos nosotros la revolución o la hacen los liberales. Esta es la cuestión que dejo planteada. Quisiera que se me contestase...

Varios delegados. - ¡Qué es eso!

Gabrinetti. (Brasil). - Compañeros: No voy a contestar las críticas formuladas por el compañero Luis, referente a los errores cometidos por el movimiento comunista de la América latina y especialmente del Brasil, por considerarlas justas.

Del análisis de la situación objetiva del Brasil, se ve claramente que atravesamos un período prerrevolucionario. Estamos frente a la posibilidad de que estalle la tercera revolución de la pequeña burguesía, y es necesario que las masas trabajadoras se preparen para intervenir, para orientar la lucha en beneficio de los explotados. En lo que respecta a la situación de San Pablo, he de decir que cuando estalló la huelga, apreciamos de inmediato su repercusión política. No era solamente un movimiento de carácter económico sino que involucraba reivindicaciones de carácter político, tales como el cumplimiento de las leyes y códigos de trabajo. Las instrucciones en ese sentido fueron enviadas inmediatamente. Los compañeros prometieron agitar las consignas entre los obreros de las otras industrias, pero el trabajo no fué realizado. Es de señalar que se buscó interesar en ese conflicto, dada su importancia, no sólo a los obreros y campesinos, sino también a los pequeños burgueses, estudiantes, etc.

En Río de Janeiro conseguimos efectuar una intensa agitación en pro de los huelguistas de San Pablo, a pesar de la existencia de una ley que prohíbe el derecho de huelga y la propaganda comunista. Fueron encarcelados los camaradas que eran sorprendidos con listas de subscripción a favor de los huelguistas, y los almacenes de auxilio que pudieron organizarse, fueron descubiertos, clausurados y encarcelados sus dueños. Quiero referirme, ahora, a los peligros que se han señalado con respecto a los Bloques de Obreros y Campesinos. El peligro de que con ellos desapareciera el Partido Comunista es muy real porque toda la actividad se da al bloque, olvidando la función específica del Partido. Ese fué el peligro que existió en el Brasil. Ahora aparece también el Partido Comunista entre las masas, mientras que anteriormente sólo aparecía el Bloque de Obreros y Campesinos, lo que nos indica que el error fué corregido. Y así notamos que el Partido Comunista tiene ambiente entre las masas, pues éstas lo han aclamado en más de una oportunidad. En el Comité Central del Partido, la minoría afirmaba que el delegado de nuestro Partido en el Bloque, debía aparecer como tal en las reuniones del Bloque, y que éste constituye un frente único de las masas. La mayoría argumentaba que existía el peligro de la inmediata reacción. Nosotros decíamos que cuando el Bloque Obrero y Campesino tenga el carácter efectivamente revolucionario, la policía no iba a fijarse en el rótulo. Además, existe el peligro de que se confunda al Bloque de Obreros y Campesinos, con el Partido Comunista. Hay ejemplos que prueban esta afirmación: muchos compañeros confundían el Partido Comunista con el Bloque de Obreros y Campesinos y éste fué un error que corregimos. ¿Por qué esa concepción equivocada? Porque jamás se hizo un trabajo de diferenciación entre el Partido Comunista y el Bloque de Obreros y Campesinos.

Otra labor a realizar por nuestro Partido, es la de despejar la situación política en el campo de la pequeña burguesía. El trabajo del Partido debe tender a provocar el rompimiento entre los elementos pequeño-burgueses revolucionarios y el Partido Democrático. El trabajo entre los marinos y soldados, que es uno de los más difíciles, fué realizado por nuestro Partido, y en vista de los próximos acontecimientos, ahora se está intensificando. Pensamos aumentar más este trabajo, siguiendo las directivas que marca la Internacional Comunista. Teniendo en cuenta que estamos en vísperas de acontecimientos revolucionarios, nuestro Partido no descuida la educación de las masas sobre la base de la experiencia pasada, y de capacitarlas para la dirección del movimiento.

Es necesario explicar al Partido en qué condiciones se realizó la revolución de 1924, en San Pablo, y los errores cometidos cuando se intentó organizar levantamientos militares, de acuerdo con algunos oficiales, sin haber hecho previamente la preparación política necesaria entre las masas. Respecto a nuestras perspectivas y nuestra táctica futura, están explicadas en una serie de artículos en "La Correspondencia Sudamericana" (*), en los cuales se especifican las condiciones en que el Partido Comunista del Brasil apoyará a la revolución democrático-burguesa que prepara la pequeña burguesía. Es claro que hemos de aprovechar las condiciones objetivas para el desarrollo del movimiento revolucionario y adquirir la hegemonía en la lucha. (Muy bien).

Carignani. (Panamá). ~ Compañeros: Con respecto a los informes presentados por los compañeros Luis y Codovilla, estoy de acuerdo, y si intervengo en este debate, es solamente para aclarar algunos períodos o ampliar algún detalle. Me referiré a la historia del Partido Laborista de Panamá. Nuestro Partido puede decirse que surgió de la huelga de 1925 en la que se realizó intensa propaganda por nuestra ideología y la idea comunista quedó prendida entre los trabajadores. La ideología revolucionaria es muy accesible a nuestros trabajadores, porque al igual que los de cualquier país de Centro América, son grandemente revolucionarios y no se mezquinan para tomar las armas en cualquier momento. Formamos el Partido Laborista alrededor de la propaganda efectuada por el Sindicato General de Trabajadores que, en cierta mañera, se lo puedo considerar como el padre de nuestro Partido. Estábamos en los momentos en que el imperialismo expoliaba más a los trabajadores y como no existían en Panamá otros partidos políticos que los organiza dos alrededor de algún caudillo burgués, un grupo de militantes sindicales pensamos en la necesidad de arrancar a esa masa obrera que seguía a la política del capitalismo, formando un partido político que se llamó Partido Laborista. Así nació nuestro Partido, compañeros. Se resolvió convocar un Congreso al cual concurrieron casi todas las organizaciones de las provincias, lo que es importante para nosotros, puesto que hasta esa fecha no se había podido llevar ninguna clase de propaganda al interior del país. El Partido Laborista así constituido, intervino en la primera elección presidencial que se presentó y, a pesar de la mínima propaganda efectuada, el resultado, relativamente, fue todo un éxito, ya que conseguimos más de 1000 votos, en Panamá y otros tantos en Colón. Nos correspondían, de acuerdo al escrutinio, dos representantes, pero como no convenía a la burguesía la presencia en las Cámaras de dos representantes auténticos de los trabajadores, el capitalismo se valió de todas las triquiñuelas imaginables, arrebatándonos esa representación que habíamos conquistado. Estos primeros triunfos de nuestro Partido, explican claramente que a poco que se efectúe una intensa y sistemática campaña por nuestra ideología, nuestras ideas progresarán entre las masas obreras de Panamá. Me interesa dejar aclarado que nuestro Partido lleva el nombre de Laborista porque así lo juzgamos conveniente en la época de su constitución. Había una fracción burguesa que quería utilizar ese mismo nombre para confundir a las masas. Nos pareció conveniente apropiarnos de ese nombre para evitar la campaña demagógica de la burguesía. Pero, compañeros, se trata solamente del nombre de Laborista puesto que tanto por su programa, por su ideología, como por su organización, responde a la Internacional Comunista y en el próximo congreso que realizaremos en enero próximo, se adherirá a la Tercera Internacional.

Quiero hacer algunas referencias sobre la forma en que actúa el imperialismo yanqui en Panamá, para…

Juarez. (Cuba). - Pemítame, compañero. Sería conveniente que nos dijera qué organización ha adoptado el Partido Laborista de Panamá.

CARIGNANI. (Panamá). - Nuestra organización, en parte, responde a la forma celular pero tiene también adhesiones colectivas, es decir, al Partido Laborista se hallan adheridos los sindicatos revolucionarios de nuestro país. Sus miembros son todos militantes sindicales; son todos obreros auténticos.

Prosigo, compañeros. El imperialismo inglés, si bien detenta todavía alguna situación económica, no se lo puede considerar de importancia en nuestro país, pues el yanqui domina y controla absolutamente todos los aspectos de la vida panameña. Le pertenece el Canal de Panamá, que divide el territorio, y lo ha fortificado para caso de guerra, como todos los compañeros no ignoran, estableciendo frente a la ciudad de Panamá, el fuerte de "Amador" y frente a la ciudad de Colón, el llamado "Margan". Tanto el cerro "Ancón", como la punta "Paitilla" se encuentran igualmente fortificados. Las carreteras que el gobierno panameño ha construído, lo han sido con dinero de los yanquis y a éstos les pertenecen el más absoluto control sobre las mismas. Todo lo que signifique algo en Panamá, está bajo el control yanqui. Ni la policía ha escapado a esta influencia de los norteamericanos. En una palabra, compañeros, Panamá no es más que una colonia yanqui, que lleva el título de República. Por esta causa, la absorbente política imperialista y el control absoluto sobre todo el país, se nota entre los obreros y campesinos nativos un gran repudio por el imperialismo, estado de espíritu que el Partido Laborista aprovecha para desarrollar su campaña antiimperialista. En nuestro país, camaradas, no hay posibilidad de oposición al gobierno, porque cuando aparece en el Parlamento el más elemental signo de control, los yanquis intervienen sin ninguna dase de escrúpulos y desaparece completamente la oposición que todavía no se había constituido orgánicamente. A cuanto llega la penetración y el verdadero estado de vasallaje en que se encuentra colocada la "República" de Panamá, con referencia al imperialismo yanqui, dará una idea a los compañeros delegados a esta Conferencia, manifestando que la "United Fruit Co." tiene en el seno del Parlamento, siete diputados nativos que responden a su política en una forma entera y abierta y se prestan a todos los manejos imperialistas como cualquiera lo comprenderá. Esos siete "diputados" son nada más que empleados de la "United Fruit Co.", compañeros! Además de esta representación, la misma compañía imperialista corrompe a los restantes parlamentarios, por medio de los dólares. En dos palabras, camaradas: la "república democrática de Panamá" es una ficción; nada más que una ficción. Es una colonia yanqui; allí, los que mandan, son los yanquis y nadie más!

Anualmente, en febrero, se realizan en el Canal de Panamá las maniobras navales norteamericanas y se llegan a reunir hasta 250 acorazados y buques de guerra con la bandera estrellada al tope. Tiene importancia este hecho para nosotros, comunistas, puesto que de la base naval que tiene establecida el imperialismo yanqui, en el Canal de Panamá, saldrán, seguramente, las fuerzas imperialistas que han de aplastar los movimientos emancipadores de los países latinoamericanos. Por eso, camaradas, creo que el desarrollo tanto sindical como político, orientado en nuestra ideología revolucionaria, tiene gran importancia para todo el movimiento de liberación de las masas de Latinoamérica.

Voy a terminar, compañeros. Tal es la situación que, a grandes rasgos, quería trazar a los delegados de los Partidos hermanos. Debo agregar, que nuestro Partido aprovecha todas las oportunidades para desarrollar su agitación en el seno del proletariado, especialmente, orientamos nuestra actividad hacia el terreno antiimperialista. Así fué cómo al presentarse al Parlamento el nuevo tratado sobre el Canal de Panamá, fué tal nuestra propaganda y tanto prendió nuestra ideología en las masas oprimidas panameñas, que el gobierno yanqui que manda en nuestro país, que se llama "independiente", descargó sobre los militantes sindicales más abnegados, la más brutal reacción que puedan imaginar los compañeros. ¡Hubo una gran cantidad de procesos por ideas subversivas!

En cuanto a las observaciones hechas por el compañero Luis, referentes a la ideología y la organización de nuestro Partido, las tendremos en cuenta y solamente esperamos que con la ayuda de la Internacional Comunista y del Secretariado Sudamericano, podamos transformar nuestro Partido, en una fuerte organización revolucionaria, en una aguerrida sección de la Internacional Comunista. (Aplausos).

Juarez. (Cuba). - Camaradas: Aunque el compañero Luis, en su informe sobre las características de los Partidos Comunistas de América latina, no ha mencionado al de Cuba, quizás por carencia de informes, vamos a tratar de dar a los compañeros delegados, una idea general sobre la situación por la cual atraviesa nuestro Partido. En 1925, había en Cuba tres agrupaciones comunistas que trabajan en La Habana, Guanabacoa y San Antonio. Para esa época, por indicación de la Internacional Comunista, el Partido Comunista de México trabó relación con los dirigentes de las tres agrupaciones citadas, llegándose a verificar una reunión en la cual se dejó constituído el Partido Comunista de Cuba. Esto ocurría en la época en que existía un gobierno más o menos liberal. Este gobierno tocaba a su fin e inmediatamente subía al poder Machado, lo que quiere decir que inmediatamente de constituído el Partido, tuvo que sufrir la reacción, lo cual impidió que trabajáramos legalmente, impidiendo en esa forma, el desarrollo de nuestras fuerzas. Esta ilegalidad se ha mantenido, a pesar de la cual el Partido trabaja y cuenta con algunos centenares de militantes, no sólo en La Habana sino también en el interior del país.

Hemos escuchado los informes de los diversos representantes de los Partidos hermanos y llegamos a la conclusión que, efectivamente, el Partido de Cuba, a pesar de su ilegalidad, es un Partido que trabaja de acuerdo al programa y a los estatutos de la Internacional Comunista. Todo el trabajo realizado por el Partido, tanto en el orden sindical como político, debe ser debidamente interpretado por los camaradas. Tenemos una Confederación Obrera que sigue la línea trazada por la I. S. R. y vemos cómo a pesar de no contar con elementos suficientes para la actividad, la Confederación Obrera efectuó el año pasado, diversas huelgas.

Hay una cuestión de extraordinaria importancia que debemos plantear, ya que anhelamos una orientación, si efectivamente el trabajo que realizamos está dentro de la táctica y programa de la Internacional Comunista. Me refiero a nuestra posible alianza con una fracción de la pequeña burguesía para la lucha Contra la dictadura. Cuba, a pesar de la dominación imperialista y de la reacción, se encuentra en situación y en condiciones tales que podemos afirmar sin temor a duda, que está próximo el estallido de la revolución democrático-burguesa. Vemos que el Partido de la pequeña burguesía, llamado Unión Nacionalista, ha constituido y constituye actualmente, el ala izquierda de la burguesía cubana en lucha contra la dictadura de Machado. El partido Unión Nacionalista, como todas las agrupaciones políticas que no apoyan la dictadura de Machado, -como lo han hecho los partidos liberal y conservador que han sostenido la candidatura de Machado para la presidencia de la República-, han sido disueltos y de esta forma se le ha impedido su actuación. Claro está, que esa actitud de oposición de la Unión Nacionalista con el Partido Comunista haya hecho que en ciertos momentos se hayan confundido ambos, porque los dos combatían a la dictadura de Machado aunque con diverso- bien diverso, como se comprenderá, -fin.

Organizaciones auxiliares de nuestro movimiento comunista cubano, son los sindicatos orientados en nuestra táctica, los grupos de emigrados radicados en Nueva York, Méjico y París. Se ha llegado a decir que la propia actividad y la semejanza de actividad, aunque bien diversas en cuanto a su finalidad, del partido Unión Nacionalista con respecto a nuestro Partido, tendría como efecto inmediato el de anular nuestra actividad o, por lo menos, que llevaría a un amalgamiento de ambas fuerzas. Podemos afirmar que la intención de los compañeros que conversaron con los nacionalistas era conocer solamente las posibilidades de la revolución que efectuarían los nacionalistas. Hablamos y discutimos sobre esta posibilidad y arribamos a la conclusión de que, en caso de una acción revolucionaria en el país, si el partido Unión Nacionalista realizaba la revolución, nuestro Partido podía y debía aplicar una táctica completamente independiente y no marchar a remolque de los nacionalistas. Para preparar este trabajo, nuestro Partido cuenta con elementos en el seno de los nacionalistas, o que trabajan independientemente entre las masas obreras y campesinas, que repudian la tiranía de Machado. Igualmente, tenemos influencia entre los ferroviarios y los sindicatos revolucionarios de Cuba. Pero toda la política de los nacionalistas, compañeros, ha cambiado de rumbos, pues ahora quieren que el imperialismo yanqui los ayude para derrocar a Machado. Este cambio de táctica ha sido y seguirá siendo repudiado por los trabajadores, que seguramente no colaborarán en el golpe de estado de los elementos nacionalistas. Es posible, igualmente, que una pequeña parte de los nacionalistas, fracciones encabezadas por Peraza, Mendieta, Alvarez, etc., pretendan derrocar a Machado por medio de una revolución, o golpe de estado, sin buscar la alianza o ayuda del imperialismo norteamericano. Hay muchas posibilidades en este otro camino, camaradas, pero asimismo, nuestro Partido no podrá cooperar en tales movimientos. La cuestión es tratar de obtener ventajas de los movimientos del Partido Unión Nacionalista, para, por ese medio, conseguir que nuestro Partido salga a la superficie y en el trabajo legal o semilegal ampliar nuestros cuadros, hacerlo un Partido de masas.

Hemos querido, camaradas, señalar siquiera a grandes rasgos estas cuestiones de política interna y sobre todo, la posibilidad de la revolución a iniciativa de los nacionalistas, porque creemos que son cuestiones éstas que los compañeros delegados, en su mayoría, no conocen, o conocen a medias. Igualmente, es conveniente plantear aquí estos problemas a los efectos de que se nos señalan errores si los hubo. Es sabido que nuestra actitud frente al Partido Unión Nacionalista ha sido criticada despiadadamente por algunos compañeros que muchas veces no conocían en detalles los problemas que trataban. Con el esbozo general que he hecho de la situación actual de Cuba, creo que los compañeros tendrán mayores elementos de juicio. He terminado.

Austine (Francia). ‑ Compañeros: Hablaré en primer lugar del Partido colombiano que es el que conozco particularmente. El camarada Prieto ha manifestado que la Internacional Comunista descuidó al movimiento colombiano y al Partido. ¡Nada es menos cierto!

Los camaradas colombianos deben saber que cuando llega a un país un delegado de la Internacional Sindical Roja, si es miembro de la Internacional Comunista, ese delegado está enterado de los problemas políticos y del movimiento comunista mundial, y puede, por eso, ayudar al Partido en el trabajo, de acuerdo a la línea política aprobada en los congresos de la Internacional Comunista. Me parece infantil hacer una distinción ‑ de todo punto de vista artificial ‑, basado en una credencial. Era necesario que aclarara este asunto, con objeto de que los camaradas se convenzan que cuando un delegado de la Internacional Sindical Roja, miembro de la I.C., se radica y trabaja en un país, esa resolución ha sido tomada de acuerdo con el Comintern. Hago esta aclaración especialmente para los camaradas colombianos que defienden el punto de vista contrario.

Entremos, ahora, al debate. Para formarse un juicio sobre las actividades y la actuación de la Sección Colombiana de la Internacional Comunista, es preciso conocer la composición social del Partido Socialista Revolucionario de ese país.

Este Partido, que se llama Socialista Revolucionaria, no tiene, de acuerdo a su composición social, nada de común con un Partido Comunista. Es un Partido que tiene una considerable influencia sobre las masas, pero que sigue practicando los métodos tradicionales de los Partidos latinoamericanos, basados en el caudillismo. Existen jefes, con jerarquías perfectas, y la base solo cumple con las órdenes de arriba, sin discutir previamente los problemas. En realidad, el Partido está compuesto por esos jefes ‑ organizados a la manera de un estado mayor ‑, y a la masa se la puede considerar fuera del Partido, ya que, repito, no discute nada, sino que aplica las resoluciones. Este estado mayor se compone de un 50 % de campesinos (algunos pequeños terratenientes), 20 % de intelectuales o pequeño burgueses, 10 % de obreros y el resto es difícil de clasificar. El Partido S.R. está formado por militantes antiguos liberales que disgustados por la inactividad del P. Liberal y contrarios al conservadorismo, han formado este Partido que no puede considerárselo como un partido bolchevique. Esta misma composición social del Partido, en la cual no entra el proletariado como preponderante, explica los errores políticos cometidos por el Partido, el cual no tiene conocimiento del marxismo en la medida que es necesario.

Tengo la impresión, y la he tenido desde que llegue a Colombia, de que la adhesión del P.S.R. a la Internacional Comunista, no es motivada por la tendencia de modificar su ideología y encuadrar su acción táctica en los dictados del Comintern, sino que se trata de un Partido que desea ampararse en el prestigio de la Internacional Comunista, verse apoyado por el movimiento comunista mundial, para tomar el poder y luego no seguir el camino que le trace la Tercera Internacional. Esta impresión es tan cierta, como lo demuestra el siguiente hecho: mientras los delegados del Partido colombiano se hallaban en Moscú y eran los portadores de la adhesión a la Internacional Comunista, se convocó una asamblea plenaria en Colombia donde se tomaron importantes resoluciones sin saber anticipadamente que opinaría Moscú. Me parece que la táctica era colocar a la Internacional Comunista ante hechos consumados para no verse en la obligación ‑ si la Internacional Comunista reconocía el Partido ‑, de cumplir la línea que le trazaría el Comintern. No hay otra manera de juzgar la convocatoria de la asamblea de "El Dorado".

En realidad, esta asamblea no hizo otra cosa que confiar la dirección absoluta del Partido a un solo hombre: Tomás Uribe Márquez. Sin discutir la sinceridad de sus convicciones, sin entrar a valorar la capacidad del citado compañero, me parece que ningún partido verdaderamente proletario puede dar la dirección del movimiento a un solo hombre, hacer de la dirección que debe ser colectiva y mutuamente controlada, una dirección unipersonal, individual. Esta es la demostración de la afirmación que hice más arriba: reina caudillismo en nuestro Partido colombiano. Además de esta dirección personal, llamada C.C.C.C., existía un C.E. o Comité de Honor o algo parecido, integrado por escritores y parlamentarios liberales. Se explica esto por el deseo de preparar el movimiento revolucionario engañando a la burguesía con el C.E., cuando en realidad la dirección le pertenecía al C.C.C.C.; pero no engañaron únicamente a la burguesía, sino también a la Internacional Comunista que podía creer en la existencia del tal C.E. que solo era de nombre.

Desgraciadamente, los ejemplos abundan para demostrar que el Partido Socialista Revolucionario no es un Partido Comunista. He leído una carta enviada por Torres Giraldo ‑ el segundo jefe del Partido ‑, desde Medellín, donde indica la composición social del Partido en Antioquía. Indica cada nombre con la respectiva profesión y la orientación política, y en esa lista había comerciantes, pequeños industriales, pequeños terratenientes y hasta un capitalista, que se decían socialistas, anarquistas, radicales, etc. ¡Los únicos que faltaban en esa lista eran los obreros comunistas!...

Hay, todavía, una gran confusión ente nuestro Partido y el Liberal y es muy difícil distinguir la frontera que separa a ambos, porque en el estado mayor del P.S.R. hay varios caudillos que, al mismo tiempo, pertenecen a la fracción llamada revolucionaria del Partido Liberal, a tal punto que los compañeros de Cali me mostraron una carta firmada por Torres Giraldo, en la cual criticaba estos compañeros por haber puesto por subtitulo del periódico "Nuestra Palabra", órgano del P.S.R. de Colombia, la línea: "Sección colombiana de la Internacional Comunista", porque Torres Giraldo afirmaba en su carta que lo de "Sección de la Internacional Comunista" aleja de nuestros filas a elementos liberales cuya participación es indispensable para nuestro triunfo. ¿Quién puede pensar, compañeros, que el triunfo de los liberales y el de nuestro Partido unido o apoyado por ellos, tenga algo de común con la revolución social?

Me pareció preciso, desde el primer momento, trabajar en el sentido de esclarecer, de clarificar la ideología y la política clasista del Partido y sobre todo de desenmascarar a los "elementos liberales socializantes". La táctica del frente único para combatir la "Ley Heroica", perseguía este fin. En la carta de la Internacional Comunista se dice que esa política era un error. Vamos a examinar la situación en la cual se llevó a cabo esa táctica.

Cuando el gobierno propuso la discusión de la citada ley, la política de nuestro Partido era de lo más curioso. Decía nuestro Partido que la "Ley Heroica" por su forma reaccionaria, iba a adelantar la revolución porque cuanto más se presionaba sobre los obreros, tanto más estos se encaminarían a la acción revolucionaria, y que, por consiguiente, había que apoyar la citada ley para que se practicara la represión contra la clase trabajadora. He leído este criterio en el Periódico "Nuestra Palabra", periódico de gran importancia en nuestro Partido...

Mahecha (Colombia). ‑ ¡No solamente se ha publicado tal criterio en ese periódico, sino también en el que yo dirigía!...

Austine (Francia). - ¡Bien, compañero! Lo que pasaba era lo siguiente: que el partido Liberal, con toda su política demagógica, aparecía ante las masas como el único defensor de los trabajadores, que defendían sus libertades y de esta manera, los liberales sabían aprovechar la "Ley Heroica" para conquistar o ampliar su influencia. Los compañeros colombianos afirman que los liberales no tienen influencia entre las masas.

Rechazo tal afirmación, origen de un examen simplista de la situación, y manifiesto que el Partido Liberal y sobre todo la fracción izquierdista del mismo, sí tiene influencia entre las masas trabajadoras, en gran parte conquistada por culpa de nuestro Partido que ha nombrado como jefes regionales a algunos militantes del P. Liberal, y también porque en un país donde desde 30 años atrás gobiernan los conservadores, a las masas les parece que el Partido Liberal podrá solucionar la situación, y sobre todo, poner remedio a la reacción clerical. Ante tal situación, me pareció conveniente, para desenmascarar a los liberales y fijar nítidamente la posición del Partido S.R., aconsejar la aplicación de la táctica que ha merecido la crítica de la Internacional Comunista.

Con este fin el C.E. propuso el frente único al liberalismo de izquierda, para luchar contra la "Ley Heroica", sobre la base de manifestaciones callejeras y de política de oposición violenta. ¡Que en el curso de la aplicación de la táctica del frente único se hayan cometido errores, especialmente de nuestros compañeros miembros del C.E., es una cuestión que no ofrece la menor duda, y yo mismo he criticado esos errores en el seno del propio C.E. ¡Pero, se ha dicho en el curso de los debates, que solamente los liberales aparecían en los mítines o en las manifestaciones, y esta afirmación no corresponde a la realidad! En el Comité de Acción, la secretaria y la tesorería estaban en manos de nuestros camaradas y en mítines hablaron tantos miembros del Partido S.R. como del Liberal. La primera manifestación fue un éxito completo y, a pesar de la debilidad del manifiesto del Comité, las palabras de orden del Partido fueron aclamadas. La segunda demostración fue mejor aún que la anterior, pues los carteles, las consignas eran de nuestro Partido y los liberales no aparecieron en absoluto. De tal manera que viendo el liberalismo la influencia creciente de nuestro Partido entre las masas trabajadoras, rompió el Comité de Acción y se plegó a la colaboración con los conservadores en la Cámara, bajo el pretexto de querer dulcificar los rigores de la "Ley Heroica", "puesto que la antigua política de abstención del Partido Socialista Revolucionario no daba resultados", se decía.

Ese rompimiento motivó la separación del Partido de elementos como Armando Solano, Sanín Cano y otros, que eran miembros del Partido y fueron expulsados, al mismo tiempo que el periódico "Ruy Blas", dirigido por un miembro de nuestro C.E., exponía y denunciaba la traición de los liberales. Así se concretaba, por primera vez en Colombia, el problema de la lucha de clase contra clase.

Yo creo que a pesar de los errores en la aplicación de algunos detalles de esa táctica, se hizo un bien al Partido. No niego los errores y yo mismo dejé al Partido, la crítica de los mismos, en una carta que daré lectura:

"I. ‑ La iniciativa de nuestro Partido para formar el frente único fue buena y, con excepciones muy contadas, las consignas también correspondían a las necesidades del momento. La primera manifestación del "Capitolio" y la simpatía de las masas, lo demostró plenamente.

"II. ‑ Nuestro Partido careció de energía para prolongar la actuación buena mientras los liberales veían que sus adherentes los abandonaban para pasarse a nosotros. Cometimos el error de no reaccionar a tiempo contra la actitud puramente legalitaria de cierta capa liberal ("El Tiempo" y algunos parlamentarios).

"III. ‑ Como consecuencia de este error, permitimos a los liberales aparecer como que su cambio de actitud era acatado por el Comité de Acción.

"IV. ‑ En el momento que los liberales rompieron el frente único, nuestro manifiesto salió tarde y no me parece que estaba redactado en forma que acusara suficientemente a los liberales como traidores.

"V. ‑ Sin embargo, a pesar de esos errores, resultado de la inexperiencia de nuestro Partido, esta tentativa hizo ver a muchos obreros non liberales, la debilidad de su partido y así precipitó las divergencias y la división en el seno mismo del liberalismo...

"... En la política del frente único, debemos buscar exclusivamente la alianza con las masas, pues la de los caudillos no tiene valor sino en la medida en que ellos tienen prestigio dentro de las masas, y aun así, el frente único donde tenemos nuestra propia bandera y son posibles las consignas nuestras, persigue el fin de quitarles el prestigio a los caudillos y partidos pequeño-burgueses, para conquistar a las masas."

Estos son los parágrafos principales de la carta que he mencionado. Sigo creyendo que si se debe y se puede criticar fuertemente el desenvolvimiento de la táctica del frente único en Colombia por sus flaquezas, no se puede condenar el principio mismo, lo que estaría en pugna con la misma tesis que admite el frente único con la pequeña burguesía siempre que ella represente una influencia de masas y que se trata de acciones de masas. En este sentido, repito y puedo probarlo, aunque lo nieguen ciertos camaradas colombianos, que la fracción "guerrillerista" de los liberales, tiene tanta influencia, más o menos, como nuestro Partido.

Sobre el resto de la carta de la Internacional Comunista, estoy de acuerdo en absoluto como lo demuestra el contenido de la carta que he mencionado. El Partido Socialista Revolucionaria deberá tener muy en cuenta esta carta para el trabajo futuro. Vuelvo a insistir, porque me parece de suma importancia: el Partido Socialista Revolucionario no tiene un verdadero espíritu de clase; mucho menos espíritu bolchevique y eso resulta de su propia composición social. A excepción de muy contados obreros, tenemos en Colombia un partido de guerrilleros al modo antiguo, y de intelectuales y pequeños burgueses. Habrá que ocuparse de este problema si no queremos tener sorpresas desagradables.

El compañero Mahecha ha dicho que los campesinos no necesitan teoría y que comprenden muy bien nuestra consigna "la tierra a los que la trabajan". No dudo ni un segundo de esta comprensión de las masas campesinas colombianas, pero sí pongo en duda, la forma como los cuadros de nuestro propio Partido comprenden esta misma consigna. Vamos a citar un ejemplo demostrativo: Vinieron a Bogotá algunos Venezolanos con la ayuda de los caudillos de este país. Como base de discusión con esos intelectuales y pequeño-burgueses se confeccionó y proyectó un programa. Entre otros había un artículo que decía que se confiscaría toda propiedad agraria de más de cincuenta (50) hectáreas, pero luego me sorprendió ver que el acuerdo había sido modificado en el sentido de dejar la propiedad privada a sus poseedores anteriores, hasta quinientas (500) hectáreas. Esta adulteración prueba que nuestros compañeros dirigentes no tienen todavía la noción bien clara de lo que significa la "tierra a los que la trabajan", porque hasta ahora pienso que no hay un campesino que pueda cultivar 500 hectáreas tanto en Colombia como en Venezuela, y que a este campesino no se lo llame latifundista... La conclusión de este ejemplo (podría citar otros), es que se puede preguntar si entre los dirigentes de nuestro Partido colombiano, al lado de los que quieren el reparto de la tierra, no hay los que ambicionen ampliar sus dominios hasta 500 hectáreas...

Pasamos a la huelga de la zona bananera. Tuvimos conocimiento del movimiento dos días antes de que este estallara, por comunicación de Tomás Uribe de la carta enviada al C.C.C.C. por el compañero Mahecha. Después de discutir ampliamente, resolvimos pedir mayores datos, pues Uribe Márquez, único conocedor de la fuerza del Partido y de los sindicatos, nos dijo que se trataba de un movimiento parcial, puesto que Mahecha no contaba sino con 10.000 hombres, y la cifra que daba de 30.000 era muy exagerada. A pesar de esto y a proposición mía, resolvimos enviar ciertas instrucciones y un delegado especial, encargado de explicar al compañero Mahecha y los demás camaradas de la zona, nuestras decisiones. Se trataba:

1° ‑ Organizar los comités de huelga y prever el encarcelamiento de los miembros de estos comités, organizando comités clandestinos al lado de los oficiales.

2° ‑ Organizar el trabajo en el seno del ejército para conseguir la fraternización entre soldados y huelguistas.

3° ‑ Organizar la repartición de víveres y la solidaridad efectiva de los campesinos de zonas limítrofes.

4° ‑ Organizar la lucha contra los crumiros, por medio de la acción directa, etc.

Creo que según los datos que tuvimos, era difícil hacer más contando solo con el pliego de condiciones de los huelguistas y las informaciones de Tomás Uribe.

La verdad es que la huelga contrariaba los planes de este último y que, por eso, no nos suministró todos los datos que quizás hubieran podido hacernos cambiar los puntos de vista que expusimos en esta época. Por esto, al menos en los primeros tiempos, no nos fue posible ayudar más a los camaradas de las plantaciones. ¿Cuál fue la posición de nuestro Partido, después de esto? Hay que confesar que cuando comenzó a conocerse el movimiento, la política del Partido dio la impresión de ser poco valiente, y nadie habló en nombre del Partido de tan formidable acontecimiento...

Mahecha (Colombia). ‑ ¡Pero si en Bogotá estaban metidos debajo de la cama!...

Austine (Francia). ‑ Prosigo, compañeros. La verdad es que el C.C.C.C. consideraba el C.E. y aun al delegado de la Internacional Sindical Roja como "figuras decorativas" y no hacía otra cosa, que lo que le daba la gana. Esa fue la causa de la más abrumadora confusión, como sucedió en cuanto a la solidaridad activa.

Mahecha (Colombia). - ¡Compañeros: mientras el C.E. dice que organizaba la solidaridad, el C.C.C.C. decía y daba órdenes en contrario!

Austine (Francia). ‑ De manera, pues, que no hubo una política del Partido. Hemos asistido a esta vergüenza, compañeros. Uno que entonces era miembro del Partido, un tal Davila (capitalista y prestamista al 30 por ciento de interés a los campesinos), metió a nuestro Partido en el lio de iniciar discusiones con el Ministerio de Industrias, mientras las balas del general Cortes Vargas, hacían blanco en la carne obrera. Merced a aquella política, o mejor dicho, a esa carencia de política, por parte de las direcciones del Partido, nos hemos convencido de que la huelga bananera tuvo más repercusión en el extranjero que en Colombia.

En el Congreso del Partido que tuvo lugar en diciembre, se manifestó una reacción que encabezaba la delegación del Valle del Cauca. El espíritu de los compañeros de Cali era bueno, pues ellos proponían que se cambiasen los métodos de las guerrillas y de las conspiraciones de secta militarizada para hacer de nuestro movimiento un verdadero movimiento de acuerdo a la táctica que aconseja la Internacional Comunista; en una palabra, transformar el Partido Socialista Revolucionario, en un partido comunista. Pero dado la falta de capacidad política de estos mismos compañeros, sostenían también la necesidad de postergar todo intento de levantamiento, todo intento de insurrección, hasta tanto se contara con una organización adecuada. Después de combatir esta teoría equivocada, se resolvió entre las tres fracciones en que se dividía el Congreso, el nombramiento de un Comité Ejecutivo responsable y postergar la cuestión política, la cuestión táctica hasta la Conferencia de Buenos Aires, es decir, para que de esta Conferencia saliera la línea política para nuestro Partido. Evidentemente, a pesar del acuerdo realizado en ese Congreso seguían las divergencias. Personalmente considero que el espíritu de los obreros y campesinos del Valle del Cauca, aunque imperfectamente traducido por una delegación cuya composición social no era de las mejores, tiende a asimilar nuestra táctica comunista y por eso creo que debemos hacer del Valle del Cauca, la fortaleza política del Partido, como ya es la fortaleza numérica del mismo.

En cuanto a Uribe Márquez, evidentemente es un buen organizador de la acción insurreccional, con el que es posible trabajar siempre que se convenza de la necesidad de dar contenido y dirección proletaria al Partido, para transformar a este en verdadero Partido Comunista. Pero hay que considerar que tenemos que realizar allí un trabajo difícil y penoso, puesto que no se trata de pequeñas transformaciones, sino de una honda modificación de todo el Partido, tanto en política como en organización. El Secretariado Sudamericano de la Internacional Comunista debe vigilar con mucha atención y bien de cerca, los acontecimientos de Colombia, porque hay en todo el país una situación de crisis y de descontento de las masas, que nos permite prever amplios movimientos revolucionarios, de los cuales la huelga bananera fue el comienzo.

Voy a ser muy breve en lo que respecta al Ecuador.

Se debe manifestar que los compañeros ecuatorianos han hecho esfuerzos considerables por aplicar las resoluciones tomadas en Moscú por la Internacional Comunista en su último Congreso mundial, y que el actual Partido Socialista no se parece al que nos hicieron conocer los compañeros delegados ecuatorianos en la fecha del Congreso citado. Sin embargo, como es fácil adivinarlo, quedan aún algunos rastros de aquel pasado. Por ejemplo, el espíritu de los camaradas es todavía confuso en lo que respecta a la "revolución de 1925" y numerosos compañeros persisten en sostener el carácter social de dicho acontecimiento que no fué más que un movimiento dirigido por el imperialismo yanqui, para tomar posiciones y desalojar del Ecuador a su rival, el imperialismo inglés. Es cierto que las masas ecuatorianas, muriéndose de hambre y de las enfermedades propias del trópico, consideraron al movimiento "Juliano" como “su revolución"; pero también es cierto que dicho movimiento fué originado por el descontento de los agricultores contra los Bancos, y particularmente, el Banco Agrícola y Comercial de Guayaquil, que se aprovechó de la mala situación creada por la enfermedad del cacao, para arruinar a los agricultores medios y hasta a algunos latifundistas. Eso explica el encarcelamiento del gerente del citado Banco, pero el hecho no tiene nada de específicamente proletario, ni siquiera liberal-nacionalista. Es tan cierto esto, que cuando algunos elementos nacionalistas-sociales, como Dillon en la Primera Junta Militar quisieron seguir adelante la política antiimperialista, y de reformas sociales, cayó el gobierno bajo la presión del imperialismo yanqui y de los latifundistas reconciliados con los Bancos.

El único resultado visible del movimiento "Juliano" fué permitir al imperialismo yanqui, tomar posiciones y preponderancia en contra del inglés. Ahora el imperialismo yanqui, después de hacer llamar por el gobierno ecuatoriano a la misión "Kemerer", tiene el control absoluto de las aduanas y hasta el superintendente de los Bancos, Mr. Tomskins, es un ciudadano norteamericano.

En el Ecuador, el petróleo y el ferrocarril pertenecen a los ingleses, mientras los norteamericanos tienen las minas y los Bancos y siguen en su penetración, como sucedió últimamente con la concesión a favor de la "United Fruit Co." de toda la zona de la costa.

Nuestro Partido es el único organizado del Ecuador, puesto que el Liberal está absolutamente desorganizado y no puede ni realizar un congreso, y los conservadores pertenecen al clero y los latifundistas, sin otra organización que la propia de los jefes militares. Todavía existen en nuestro Partido, resabios del partido reformista, que duró más de dos años. Por ejemplo, la dirección provincial de Guayaquil estaba compuesta de elementos que por intermedio de discusiones sobre los estatutos del Partido, luchan en realidad, bajo ese pretexto, contra la adhesión del Partido a la Internacional Comunista. Además, la necesidad del gobierno de contar con un partido sobre el cual apoyarse determinó la existencia de muchos agentes gubernamentales en el seno de nuestro Partido, encargados de corromper a los militantes y hacer un Partido de apoyo resuelto al gobierno. La vigilancia de nuestros compañeros, hizo fracasar tales intentos, pero la expulsión de más o menos 200 militantes, sumados a los siete diputados que igualmente fueron expulsados del Partido por sus traiciones cometidas en el Parlamento, hace que el gobierno cuente con una base para la formación de su Partido. El gobierno se apoya actualmente en el movimiento reformista disidente de Ortiz, el cual, no se puede negar, goza de ciertos prestigios entre el proletariado, especialmente en Guayaquil y Ríobamba. Este partido que está construyendo Ortiz representa un peligro contra el cuál se debe luchar poderosamente, sobre todo teniendo en cuenta el número crecido de reformistas que abrigamos en nuestro propio seno. Creo que en este sentido, el próximo Congreso ha de continuar los trabajos comenzados por el último Ejecutivo Ampliado. En este Ampliado se tomaron algunas medidas para conducir al Partido por la senda del comunismo, pero teniendo en cuenta situaciones especiales, tales por ejemplo, la necesidad de conquistar a ciertos elementos todavía no comunistas, ha originado la falta de precisión que se observa en los estatutos elaborados y en las tesis aprobadas por ese Ampliado. Ahora, con la constitución del Partido reformista, creo que este cambio de condiciones, determinará también un estudio profundo de los compañeros.

La influencia del comunismo en las masas ecuatorianas es grande aunque en menor escala que sobre los trabajadores y campesinos de Colombia. El defecto capital de este Partido es el de haber concentrado sus fuerzas en las ciudades donde el verdadero proletariado es poco numeroso y donde predomina el artesanado. Hace poco que el Partido conquistó posiciones entre los indios de la región de la sierra por la constitución del núcleo y sindicato de Cayambe. Los ejemplos de Cayambe y El Milagro, demuestran palpablemente que nuestro Partido ecuatoriano puede transformarse en un verdadero partido comunista con influencia preponderante sobre las masas, pero es preciso trabajar bien, principalmente en las empresas industriales, puertos, minas, petroleras, ferrocarriles, ingenios de azúcar, tejidos y en las haciendas de la costa y de la sierra.

Creo que las tareas inmediatas que se deben fijar al Partido ecuatoriano son las de conquista de las masas del interior del país sin que esto signifique dejar o abandonar el trabajo en las ciudades centrales, que son puntos estratégicos de importancia, y la intervención del camarada Luis debe servirles a los compañeros del Ecuador, para fijar la línea política a seguir para constituir un verdadero Partido Comunista, que pueda conducir a las masas explotadas a su liberación integral, con el triunfo de la revolución proletaria. Nada más, camaradas. (Aplausos).

(Se levanta la sesión.)

[1] Ver "La Correspondencia Sudamericana", n° 12, 13 y 14. IIe Epoca, mayo de 1929.

[2] crumiro, ra

1. adj. despect. Arg., Chile y Ur. Dicho de un trabajador: Que no acata la huelga dispuesta por el sindicato.

[3] "Godos", asi llaman en Colombia a los conservadores.


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